domingo, 14 de noviembre de 2010

MAR DE BRONCE

El sol se funde en el horizonte, sumergiéndose hasta los confines de Neptuno. En ese momento sus rayos se derraman por el mar, esparciéndose en toda la superficie que abarca, transformándose en oro incandescente que hierve en las crestas de las olas, chispea y deslumbra, tras cuya explosión fulminante se apaga lentamente, pasando a oro viejo, y tras el breve rayo verde de la despedida solar, en cobrizo mutante a un mar de bronce, que permanece en las horas plañideras del día hasta ensombrecerse y desaparecer en las brumas grisáceas del anochecer. En esta sucesión alquímica la luz juega con múltiples tonalidades, sedosa, brillante, caótica, en una coral de ondulaciones que en su diversidad componen una melodía apacible y melancólica. La luz fue absorbida por el mar.

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