domingo, 29 de abril de 2012

EL CAMINO DE LA CREACIÓN. CRÍTICA A LA EXPOSICIÓN DE JOSÉ SALOBREÑA

Autor: José Salobreña García. Título: Exposición retrospectiva, 1960-2012. Lugar: Sala de exposiciones Gran capitán. Fecha: Hasta el 20 de mayo.Publicado en Ideal de Granada el día 29 de abril de 2012. La trayectoria de un trabajo plástico en su deambular continuo es mostrada en la Sala Gran Capitán, apareciendo las obras organizadas en etapas de estilos e inspiraciones análogas, desarrollándose junto a las vivencias, influjos y experiencia vital del pintor. José Salobreña García ofrece un conjunto de obras organizadas de acuerdo a esta evolución, de forma muy bien estructurada y comprensible, que describe la senda artística seguida por el autor. Es importante señalar este aspecto, pues es fundamental en toda exposición el ensamblaje espacial de las piezas, para crear un todo comprensible como resultado final. Consta la propuesta presente en la Sala de tres épocas, relatadas visualmente muy bien a través de los cuadros colgados. La primera representa la etapa granadina del pintor, impregnada de academicismo en las formas, de inquietudes estilísticas que desafinaban a veces con lo común aceptado. Las figuras van estilizándose, despersonalizando su fisonomía en algunas, recurriendo a temáticas de inspiración social, poética o costumbrista. El color es reflejo del entorno térreo, de los influjos de la ciudad, del misterio romántico de la noche, que oculta la transgresión y fantasías de libertad. Lorca ejerce una fuerte influencia en muchas de ellas, la tierra, la vida heroica y sufrimiento de sus trabajadores, son reflejadas en escenas sencillas, silenciosas, siendo testigo el pintor de sus quehaceres, sin querer influenciar ni intervenir en el objeto de la obra. La segunda época representa el descubrimiento, la liberación de tabúes, el encuentro de formas nuevas para el artista, ya asentadas en otras latitudes. Las adquiere con alegría, desparpajo, fuerza y soltura expresiva, rica en colores intensos, rompedores de la monotonía, del sosiego y resignación anterior. El brillo inunda el contorno de las piezas, la gravidez de su espeso resplandor, y el destello de una sociedad que vive rápida, sin reflexión, devorando el presente para romper la memoria en el futuro. En bastantes piezas muestra su mirada crítica, burlona, ácida a veces, siendo testigo de un mundo de sustento etéreo en lo conceptual, basado en la apariencia, como simula en los resplandores de los cuadros que enseña. En la tercera alcanza fuerza compositiva y madurez creativa, pues concluye el camino iniciado en la elaboración de la imagen, sublimándola, disolviéndola, rompiendo el contexto del cuadro para ofrecer otras posibilidades de dicción plástica. Es simbólico el cuadro rasgado, producto de una lucha con las limitaciones de las formas impuestas por alcanzar otras maneras para describir la imagen, pasión y sentimiento que sustituyen la realidad exterior sentida, siendo el ánimo el producto triunfante en cada superficie enmarcada. Su tono expositivo se va haciendo más sobrio, crítico y punzante, definiendo en sus elaboraciones una visión particular del presente. El cerrojo, la ventana, es el eje que unifica todo este trabajo. El cerrojo como elemento exógeno al cuadro, que trata de cerrar los temores, de dar carpetazo final, de impedir su entrada; o tal vez signifique el aislamiento íntimo de una realidad que no comparte. José Salobreña demuestra en el hito final de su obra una fuerza compositiva de gran envergadura, su liberación de formas tradicionales en la pintura y el ejercicio fresco y espontáneo de su trabajo plástico, que no termina como colofón y cierre, sino como fuerte gesto de lozanía creativa. Tras un largo recorrido de aprendizaje, y duro trabajo, alcanza el pintor la culminación técnica y original en su producción pictórica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario