jueves, 27 de agosto de 2015

G.E.VELASCO EN JAÉN.

EL COLOR DEL OCASO

Autora: Gracia Eva Velasco. Título: Venecia. Exposición en el Palacio de Villardompardo (Baños árabes) de Jaén, Hasta finales de agosto.

Espacio silente, testigo del paso efímero de la existencia, el tiempo pasa, la decadencia es su cómplice. La luz tibia resalta la belleza del esplendor pasado. La humedad es palpada en los azules y violáceos, empapa el alma del observador, los rayos de sol rompen la monotonía del azul húmedo y los colores se derriten en las viejas paredes, testigos del transcurrir de pasiones evanescentes. El agua deshace las siluetas, misteriosa esconde cienos que el tiempo deposita, el agua es depositaria de la imagen descompuesta en azarosos destellos. Mas el viajero siente la curiosidad de navegar por los canales, atravesar sus puentes y arcos... respirar el derrumbe nostálgico del pasado pensado en poesía. Mientras, el color discurre por las superficies, derramándose en los edificios, cuyo calor sugerido por la luz encierra vida, historias corrientes disueltas en el devenir de los años. Recónditos lugares donde la mirada destaca el lirismo del abandono.
En un festival de tonalidades, azul y dorado, ocres y violáceos, surge la fachada crema, signo de elegancia de lo sencillo, placidez visual que detiene el pulso del entendimiento. Tiemblan los colores cuando dialogan entre sí, en una relación marcada por la eternidad de la luz y la efímera huella humana. Reflexión sobre la emoción que su recuerdo suscita, rompiendo la sorpresa del color en la escena evocada, anegando el dibujo de las formas en su resplandor cambiante de las horas.
Rincones olvidados llaman la atención del viajero, rescatados de la inanidad de lo cotidiano, y el azul se viste de sus gamas variadas, etereidad que libera en sus claridades, densidad que abruma cuando condensada. En la monotonía de los canales surge el espejismo verdoso, que se conjuga con el tono dominante para organizar un contraste de tacto visual sedoso, susurrante, plácido, en una impresión cromática que destruye las líneas, para expresarse sin ataduras que acoten los colores, en un deambular triunfal de la sensación poética que deja su recuerdo en la retina.
Gracia Eva Velasco plasma el discurrir de los sentimientos, descritos con un lenguaje cromático, barroco, espeso en sugerencias y deslumbramientos. Su paleta es precisa, no extensa, jugando con las combinaciones de la gama usada, para extraer la esencia del paisaje sentido. Es una narración concisa en el trazo, pero profunda en su significado. El observador de su obra es introducido en el cosmos de humedades, frialdad de las umbrías y caricias del Sol que fluye por los canales venecianos, tímida radiación creadora de sensaciones luminosas en el canto triunfal del ocaso. La pintora traduce muy bien la impresión percibida en su encuentro con la ciudad de la laguna, comunicando fielmente al espectador de su trabajo el discurrir de la experiencia vivida. Traspasa y supera las posibilidades del lenguaje, para proponer ideas e imágenes, solo comprendidas con el corazón, de una poeta que pinta.
La artista desarrolla la propuesta con agilidad en su expresión final, a través de trazos condensados, henchidos de pasión, gozo cromático que chispea destellos de abatimiento, ante la belleza de la mirada pasajera. Gracia Eva Velasco es hábil en el manejo de los recursos plásticos, consiguiendo elaborar piezas de gran calado técnico, donde el dibujo se difumina en un colorido desbordado, que se superpone a la racionalidad de la imagen, para mostrar la realidad traspasada de la lógica, y apreciar el halo que trasmite la materia impregnada del discurrir de la historia. Deshacen las formas, toma vida con pulso propio, convirtiéndose en notas de vibración visual depositadas en el cuadro, para componer una melodía que cae en picado, en el arrebato sensitivo expresado por la impronta cromática.

Las piezas expuestas poseen calidad, son expresadas con elegancia, gracias al dominio del equilibrio de la composición conseguido por Gracia Eva Velasco, proponiendo una obra seria, interesante, resultado de una fructífera trayectoria pictórica personal, labor continua cuya conclusión puede verse en esta exposición. 

















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