EL COLOR DEL OCASO
Autora: Gracia Eva Velasco. Título: Venecia. Exposición en el Palacio de Villardompardo (Baños árabes) de Jaén, Hasta finales de agosto.
Espacio silente, testigo del paso
efímero de la existencia, el tiempo pasa, la decadencia es su
cómplice. La luz tibia resalta la belleza del esplendor pasado. La
humedad es palpada en los azules y violáceos, empapa el alma del
observador, los rayos de sol rompen la monotonía del azul húmedo y
los colores se derriten en las viejas paredes, testigos del
transcurrir de pasiones evanescentes. El agua deshace las siluetas,
misteriosa esconde cienos que el tiempo deposita, el agua
es depositaria de la imagen
descompuesta en azarosos destellos. Mas el viajero siente la
curiosidad de navegar por los canales, atravesar sus puentes y
arcos... respirar el derrumbe nostálgico del pasado pensado en
poesía. Mientras, el color discurre por las superficies,
derramándose en los edificios, cuyo calor sugerido por la luz
encierra vida, historias corrientes disueltas en el devenir de los
años. Recónditos lugares donde la mirada destaca el lirismo del
abandono.
En un festival de tonalidades, azul y
dorado, ocres y violáceos, surge la fachada crema, signo de
elegancia de lo sencillo, placidez visual que detiene el pulso del
entendimiento. Tiemblan los colores cuando dialogan entre sí, en una
relación marcada por la eternidad de la luz y la efímera huella
humana. Reflexión sobre la emoción que su recuerdo suscita,
rompiendo la sorpresa del color en la escena evocada, anegando el
dibujo de las formas en su resplandor cambiante de las horas.
Rincones olvidados llaman la atención
del viajero, rescatados de la inanidad de lo cotidiano, y el azul se
viste de sus gamas variadas, etereidad que libera en sus claridades,
densidad que abruma cuando condensada. En la monotonía de los
canales surge el espejismo verdoso, que se conjuga con el tono
dominante para organizar un contraste de tacto visual sedoso,
susurrante, plácido, en una impresión cromática que destruye las
líneas, para expresarse sin ataduras que acoten los colores, en un
deambular triunfal de la sensación poética que deja su recuerdo en
la retina.
Gracia Eva Velasco plasma el discurrir
de los sentimientos, descritos con un lenguaje cromático, barroco,
espeso en sugerencias y deslumbramientos. Su paleta es precisa, no
extensa, jugando con las combinaciones de la gama usada, para extraer
la esencia del paisaje sentido. Es una narración concisa en el
trazo, pero profunda en su significado. El observador de su obra es
introducido en el cosmos de humedades, frialdad de las umbrías y
caricias del Sol que fluye por los canales venecianos, tímida
radiación creadora de sensaciones luminosas en el canto triunfal del
ocaso. La pintora traduce muy bien la impresión percibida en su
encuentro con la ciudad de la laguna, comunicando fielmente al
espectador de su trabajo el discurrir de la experiencia vivida.
Traspasa y supera las posibilidades del lenguaje, para proponer ideas
e imágenes, solo comprendidas con el corazón, de una poeta que
pinta.
La artista desarrolla la propuesta con
agilidad en su expresión final, a través de trazos condensados,
henchidos de pasión, gozo cromático que chispea destellos de
abatimiento, ante la belleza de la mirada pasajera. Gracia Eva
Velasco es hábil en el manejo de los recursos plásticos,
consiguiendo elaborar piezas de gran calado técnico, donde el dibujo
se difumina en un colorido desbordado, que se superpone a la
racionalidad de la imagen, para mostrar la realidad traspasada de la
lógica, y apreciar el halo que trasmite la materia impregnada del
discurrir de la historia. Deshacen las formas, toma vida con pulso
propio, convirtiéndose en notas de vibración visual depositadas en
el cuadro, para componer una melodía que cae en picado, en el
arrebato sensitivo expresado por la impronta cromática.
Las piezas expuestas poseen calidad,
son expresadas con elegancia, gracias al dominio del equilibrio de la
composición conseguido por Gracia Eva Velasco, proponiendo una obra
seria, interesante, resultado de una fructífera trayectoria
pictórica personal, labor continua cuya conclusión puede verse en
esta exposición.
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