domingo, 4 de agosto de 2019

PÉREZ ISAMENDI Y EL MAR


COLOR Y MOVIMIENTO

Autora: Pérez Isamendi. Título: Habla del Mar. Lugar: Galería Benot. Fecha: Hasta el 31 de agosto.

El mar aparece como un coloso que impone postración ante su grandeza, poderosa fuerza que muestra su rotundidad al romper las olas, mientras los cielos asisten lejanos, indiferentes a su poderío, envueltos en la lucha continua entre el blanco de las nubes y el azul difuso, convertido en grisáceo por el azar de la confrontación. Y el mar surge grueso, intenso y pesado en sus azules. Así es como lo refleja Pérez Isamendi, 1976, en sus cuadros.
No es representado en calma, en plácida imagen, sino mostrando su grandeza a través de las olas, en forma de espeso torbellino que se agrieta en blancos rotos de espuma, efervescencias que gritan su energía destructora. Representa la pintora un cinetismo interno, sometido a una intensa gravidez, fría sensación, en una masa líquida que muestra en cada instante su forma caprichosa, condensada y majestuosa por la extensión de su imperio. La luz quiere adueñarse de su superficie accidentada, siendo vano su intento, ya que las crestas deshacen su continuidad, absorben su brillo, apareciendo mate y escondida en sus rizos.
Pérez Isamendi nos presenta un conjunto de diecinueve óleos y acrílicos, en los que el mar es el único protagonista, huyendo de la marina suave y tranquila, de las costas románticas, de los cielos esplendorosos, centrándose en el torbellino de los elementos, que crean un ambiente húmedo y proceloso, ante el cual sugiere postración, energía enervante que atrae y seduce, disolviendo el yo en el impulso de su fuerza. Es una producción que recuerda a estilos del diecinueve, mas la autora los traslada a nuestra época actual con dinamismo y espontaneidad, sin complejos, reivindicando la pintura como un acto trascendente, magia evocadora de momentos sublimes, de imágenes que atrapan el intelecto para seducirlo en una contemplación infinita, situando nuestra pequeñez frente a la magnitud marina. Es su obra una reflexión sobre la Naturaleza, y su historia final en el confín de los tiempos, pero a la vez reclama la figuración frente al concepto vacío. Sitúa a la pintura en su línea tradicional, perseverando en su importancia en los tiempos presentes, reafirmándola en su línea más pura, dentro de las distintas posibilidades plásticas.
Pérez Isamendi expresa con desparpajo, valentía y buen hacer técnico, la importancia de la imagen real, del color, y de las distintas escenas que se pierden en las abstracción de la mirada. En el poso del recuerdo queda al final el color y el movimiento.



  

























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