LOS PASEOS DEL CIEGO
Expone,
en la malagueña galería Benedito, el pintor Miguel Olivares,
Barcelona, 1967. Muestra una obra dinámica, fresca, situada
estéticamente entre la ilustración y una figuración de fantasía
cromática, en la cual desarrolla un vocabulario sensitivo basado en
las inflexiones tonales del color, en su fuerza, caídas y picos del
espectro utilizado en su impresión.
Muestra
el artista composiciones, óleos, acrílicos y collages, en las que
describe el fluir fugaz, y evanescente, de la vida cotidiana, de
individuos encerrados en sí mismos, ajenos a su entorno, espacios en
los que se esconden miradas sugestivas de belleza olvidada. Surgen
los edificios como límites acotadores de su existencia, y en el
horizonte aparecen laberintos intrincados, registros indefinidos,
normas y controles que rigen nuestras vidas.
Miradas
perdidas, relaciones escasas, sólo tránsito permanente, sin destino
definido, soledad y rutina. Los colores triunfan en la escena, se
desbordan y cubren a las personas, son como el halo que los rodea,
conectan entre sí, unas veces para organizar un conjunto definido,
como una masa que se desplaza, en otras en contraposición. Este
efecto, de las gamas estructuradas en las piezas, es el que crea el
impulso visual que anima el escenario representado.
La
obra de Miguel Olivares atrae la mirada, la sume en su cinetismo
interno, la atrapa y abandona en una reflexión profunda sobre el
sentido de la existencia contemporánea. Es ingeniosa, posee fuerza
expresiva, consiguiendo seducir el entendimiento del espectador.
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