viernes, 22 de agosto de 2025

JOSÉ ANTOLÍNEZ Y SU CUADRO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

 

LA INMACULADA DE LA CATEDRAL


En Almería podemos contemplar un cuadro de la Inmaculada, depositado por el Museo del Prado en la Catedral, cuyo autor es José Antolínez.
Son muchos los pintores del siglo XVII en España, de gran calidad y originalidad, cualidades que se perdieron en el siglo siguiente. En ese periodo dos pintores, Murillo y Antolínez, sobresalieron en la pintura de la Inmaculada Concepción, por el número de versiones como por la categoría estilística de su elaboración.
José Antolínez (Madrid, 1635-1675) tuvo una vida agitada, que no por ello restaba tiempo a su trabajo artístico. Procedía de una familia hidalga, era un espadachín diestro, altivo y provocador, causa de su muerte temprana.
El estilo de este pintor estaba influido por Velázquez, Rubens y el colorido de Tiziano, lo cual no contradice su original producción artística, pues a partir de las técnicas inspiradas en estos pintores, desarrolló una obra de gran consistencia, fuerza, elegancia y valía plástica. Pintó más de veinte Inmaculadas, aparte de otras piezas de carácter religioso. No sólo este tipo de temática abarcó su trabajo con el pincel, sino que comprendió otros campos de la imagen. Elaboró retratos, como también temas costumbristas de la vida cotidiana, e incluso plasmó paisajes en sus óleos, de los cuales no se encuentran en la actualidad ninguno conocido.
Sus Inmaculadas poseen un estilo propio, diferente al resto, sublimación de la imagen, espiritualidad contenida en el rostro de la Virgen, expresada en la etereidad de la representación de su figura, potenciada por los colores celestes, más plateados o dorados, dotando de gran impronta su contemplación.
En sus retratos reflejaba el gesto natural, sin artificios ni poses innecesarios, aunque en alguna de sus obras peca de una excesiva afectación, rostros congelados sin naturalidad, como es el caso del cuadro en que retrata al embajador de Dinamarca, en el cual refleja los gustos estéticos de la época.
Existen, aparte de sus Inmaculadas, dos obras de excelente factura pictórica; una es su pieza de María Magdalena, en la que muestra una imagen aérea, en plena elevación, ingravidez percibida, profundidad en su visualización. El color azulado del fondo, incrementa los efectos en esta pieza señalados.
Pero donde alcanza mayor genialidad, es al incorporar temas de la vida popular en sus composiciones, siendo la pieza “El Pintor pobre” un trabajo diferente, a lo visto entre sus colegas de oficio en España. Es lo que le dota de un estilo propio y original.













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