SOBRE LA CLARIDAD APARENTE
Es la pintura de Rodolfo Regaño un
relato de la realidad cotidiana, recogida por la mirada del pintor.
Las personas en sus quehaceres y diversiones, las observaciones
intrascendentes del artista, son plasmadas en sus lienzos, detenidas
en el instante preciso de su visualización, hitos del recuerdo,
momentos especiales que escapan del olvidadizo paso de las horas,
donde la mirada camina ciega por el entorno diario, mas el artista
percibe el destello especial, la inquietud impredecible que lo
transporta a situaciones de plácida contemplación, absorto ante el
resplandor revelador de la imagen captada. También pinta bodegones
como pretexto para estudiar la viveza del espectro luminoso.
La obra de Rodolfo Regaño constituye
un proceso creativo que nace de su búsqueda constante del rastro
oculto en la luz, aquél que contiene la esencia que salva la
perennidad del tiempo destructor.
Es por ello que en sus piezas el color
es quien sostiene todo el orden de la composición, cromatismo
radiante que escapa de los objetos, modula las sensaciones, marcando
el ritmo de la escena, y a la vez la explica. A causa de esta
aventura indagadora, Rodolfo Regaño detiene su mirada en los juegos
luminosos del tránsito del rayo solar en vidrios y cristales, o en
los reflejos de superficies de latas o superficies rugosas de papel
aluminio, quedando ensimismado ante el fulgor pasajero que se desvela
y esfuma a la vez, mas este creador plástico consigue describir su
trazo, exponiéndolo sin grandes complicaciones, de forma sencilla a
través de un cuadro. Éste aparece como elaboración continua del
genio inquieto del artista, pero al detener la mirada en cada una de
sus producciones, se intuye el paso del flujo insustancial que
sostiene la realidad de la luz.
El conjunto del trabajo plástico de
Rodolfo Regaño resume su experiencia pictórica, la cual está muy
bien definida gracias a la habilidad técnica que posee, lo que le
permite imprimir en una pieza la idea perseguida en su labor
creativa.
La sencillez temática de sus
composiciones, engarzadas en su dominio del color, guardan la
inteligencia estética conseguida, que se abre a interesantes
percepciones de la claridad aparente.
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