viernes, 28 de noviembre de 2025

SOBRE LA OBRA DE LUIS ANTONIO DE VILLENA

 


VERSOS EN LA NOCHE


Uno de los poetas españoles actuales de más honda raigambre lírica es Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) En su actividad literaria ha desarrollado facetas varias, sea ensayo, narrativa, crítica literaria, y fundamentalmente poesía.
Posee una prosa rica, recargada, cultista, selecta y barroca. Esto no es un defecto, sino la virtud que posibilita pueda expresar una obra lírica tremendamente exuberante en contrastes, en los que los chispazos de apariciones luminosas estridentes navegan en un extenso mar de sombras, dibujados en la sordidez de saunas, noches de bares y lujuria, estancias amorosas ocasionales, el recuerdo de una infancia triste, la incomprensión social sufrida en su juventud ante su condición homosexual.
Luis Antonio de Villena es un poeta selecto en su expresión escrita, en la elegancia y dandismo que exhibe, horrorizado ante la ordinariez, y el populacheo imperante en las relaciones sociales. No por ello se interna en las sombras de su yo auténtico, aquel con el que describe encuentros amorosos en oscuras saunas.
En sus composiciones líricas aúna la belleza decadente, la cultura clásica, el recargamiento oriental, con la vida agitada de encuentros y discurrir cotidiano en la ciudad actual. Incorpora el presente más corriente, pero nunca pierde su compostura mental clásica, llevada hacia una visión decadentista de la vida, elegante y distante.
Toda esta estructura intelectual de su personalidad es reflejada en su trabajo poético, en el cual proyecta sueños, describe realidades, incorpora citas eruditas, acumula impresiones, rompe su monólogo lírico en aprensiones lacerantes. Todo encaja en sus versos, los cuales se organizan en piezas de excelente musicalidad cotidiana, limpias composiciones que describen el mundo poliédrico percibido por el autor.
Es una preocupación permanente, en su obra, la vejez contrastada con la juventud, la belleza efímera, el placer fogoso, tras lo cual se trasluce el amor añorado, siempre perseguido.
La poesía de Luis Antonio de Villena posee fuerza, intensidad pasional y melancolía. Su obsesión hacia temas eróticos hace que sea poco accesible al gran público. No por ello sus composiciones poseen un extraordinario brillo literario, gracias a la luminosidad de la palabra elegida, a los giros y combinaciones engarzadas, al profundo cultismo incorporado en sus estrofas. Todo esto salva del fondo argumental su excelente trabajo lírico.





Brillos del otoño ido

Era el centro elegante. El lugar de las perfumerías
con sillas delante del mostrador, el lugar de los sastres
y de las sederías donde te tomaban medida para un abrigo...
¿Te acuerdas mamá, de aquellas tardes? En los autobuses
azules de dos pisos yo siempre quería ir arriba, en el asiento
delantero, que era como un panorámico ventanal al mundo.
O abajo, en el asiento más cerca de la puerta, con su
aislada barra blanca, asidero y columpio de quienes entraban
y salían, como se entra y se sale en la beatitud del mundo...
Con mi abrigo azul cruzado y una boina también azul.
Tú y yo, elegantes, camino del médico o
de las tiendas caras. Camino del que
querías que fuera nuestro mundo, pues lo sentías tuyo...
Yo dichoso sin saberlo y tú íntimamente desdichada.
Yo entretanto, como de juego, al mundo perfecto,
y tú en serio, jugando a que nunca hubieses salido...
Mucho tiempo después, llorando, me dijiste una tarde
que ninguno de los dos habíamos sido felices.
Tan cierto y tan falso como es todo. Tan falso
y tan cierto como que aquel mundo de señores
dejó de existir, tan cierto como que lo traicioné
después que me escupiera o que tú nunca hallaste,
mamá, al hombre de tus sueños, al caballero que reinase
en aquel mundo contigo. Y sin embargo estuvimos allí,
tu con tus pieles y yo con mi abrigo azul cruzado,
comprando perfumes y merendando tortitas con nata,
cuando los taxistas llevaban uniforme y se dirían charolados
los azules autobuses de dos pisos, un Madrid tan sofisticado
que tú y yo -y casi todos los demás- nos lo creímos.
O quizás a ti no te hizo falta creértelo, pues lo tuviste.
Yo me lo creí. Yo, que llegué una tarde en autobús de dos pisos...



Celebración mediterránea

Dicen los maldicientes: ¡Qué poco le queda a Miguelito!
Fue rey -como tantos- de unas horas: Cinco o seis primaveras.
Poca cosa. El tiempo se lo lleva. ¿Quién recordará su edad maravillosa?

También yo tuve envidia de tu belleza pura. Y de tu alegre vida,
sobre todo, negada a la tragedia. Favorita del dios. Sin angustia ni sombra.
¡Qué hermoso verte riendo por las noches! Sábado o lunes: la vida es
perfecta.

Yo en ti pensé mi vida coronada. Pero un símbolo no vale a la vida.
Te imaginé en amor, en dicha, en compañía. Curándome
la soledad inhabitada.

¡Qué vano fui! Tu corazón no tiene corazón. Eres el sol radiante a
mediodía.

No hagas caso de las malas lenguas. Tú eres solo presente,
sólo ahora. El tiempo en tu sonrisa se va por la cloaca.
Cuando sea viejo
de intención ya lo soy- pensaré en ti: Minuto de luz divina, entre la nada.



El viaje infinito del arte moderno

Dicen que se quedaba en silencio.
Largas horas. En silencio.
Se llama sufrir. No es agua muerta. Un pantano
en silencio. Hay vértigos adentro.
Una sierra eléctrica, brutal, que zumba a veces.
Y no lo sé. Sufrir. Y de repente
Las piernas del 
Idilio de Fortuny. Como voz de vida.
Y hablaban interminablemente después.
¿Quién dijo la palabra motriz? ¿Qué dices cuando dices, etc...?
Te juro que me tiene sin cuidado.
Lo que quiero es ser feliz,
solo algo más que mantenerme en pie.
¿Saber? También saber. Y joder. Y mirar cuadros.
Pero apenas nunca ocurre.
¿Hablo? ¿Digo?
Largas horas. Fatiga.
Dijo: El Estado, nos está masacrando el Estado...
Y ella le miró delicadamente, anochecía:
Creo que esa luz rojiza está intentando decirnos lago.

La tarde dichosa

Era una edad de libros y de escasos placeres.
Yo no pude, por tanto, haber sido uno de ellos,
y es otra cosa más que el Tiempo me adeuda.


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