miércoles, 9 de abril de 2014

ALEJANDRO CARRO EXPONE EN GRANADA


EL COLOR DE ÍTACA

 Autor: Alejandro Carro. Título: Pop en Granada. Lugar: Hotel Ladrón de Agua. Fecha: Hasta el 25 de mayo.
En una mañana marchita de marzo visito la exposición de Alejandro Carro. Confirma la idea previa que tenía antes de su visualización, esperando un trabajo de calidad, serio, y de buen acabado técnico.
 El color se rebela en las piezas colgadas, inquieto y travieso, en dinamismo perenne, en una expresión abierta de tonos suaves, estando en algunos cuadros en eterno desequilibrio , producido por el peso del cromatismo situado en un extremo de la pieza.
Alejandro Carro compone una propuesta de intenso contenido poético, siendo su estilo un pop impregnado de expresionismo profundo, sometido por la abstracción clásica de los sesenta, incluso se advierten huellas de sus vivencias en la movida madrileña. Pero su producción artística no queda detenida en esta definición de influencias, sino que las recompone, desarrollando una forma personal de entender el lenguaje pictórico. Describe la interpretación de su realidad consciente, bebiendo de las fuentes oníricas, de los sentimientos o acaso de la esencia del recuerdo, reducida en formas que se disuelven en un trazo extenso de cromatismo desbordante, y distribución aparentemente caótica, siguiendo un orden oculto impreso en el alma de la composición. Es inteligente al diseñar su obra, ofreciendo como resultado imágenes barrocas, exuberantes, de manchas informes, en perpetua confrontación cinética. En muchas de ellas introduce grafías relacionadas con versos de Pedro Molina, o pensamientos propios, jugando en ocasiones con la posición de las letras.
Divide su exposición en tres partes, coincidiendo con las plantas de este excelente espacio expositivo que es el Hotel Ladrón de Agua. En la primera están  mostradas las obras de marcado sentido lírico, basadas en los versos de Pedro Molina Temboury. Los llama “A las Islas”, en consonancia con el título de los poemas, existen además otras elaboraciones de la serie Míralo al Revés, ambas se intercalan y apoyan. En la segunda estalla la fuerza del color, su mundo de sueños, el mar de sensaciones que arroban su entendimiento. La tercera planta encierra un conjunto de marcado sentido clásico, dentro de las vanguardias finiseculares del siglo veinte. Se reducen las formas, el color, evaporándose las líneas para relatar la fuerza del movimiento que sustenta el entorno que nos rodea, disolviéndolo en la representación última, reducto de la sustancia  básica que la hace tangible, corresponden a la serie Trazo negro.
Toda la obra está sujeta a un color suave, agradable, en cuyo seno posee profundos surcos de cromatismo denso, en continuo alborozo de apariencia abigarrada, encerrando en su seno el discurso que el pintor posee de la percepción de los sentidos. Es energía pura el trasfondo de la instalación  ofrecida por este pintor. 
Alejandro Carro propone una instalación de gran sensibilidad pictórica, pues se adentra en las entrañas de la representación plástica, para investigar las propiedades ocultas de las formas que el pensamiento les confiere.
 
 





















 













 












 
 

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