sábado, 12 de abril de 2014

EL AZUL Y ROJO EN LA OBRA DE JOSE GUERRERO


AZUL Y ROJO

 Autor: José Guerrero. Título: Canción del color. Lugar: Auditorio Manuel de Falla.
 El Auditorio Manuel de Falla muestra dos obras depositadas de la Colección del Centro José Guerrero.
Azul profundo, azul intenso, poderoso océano inmenso e inabarcable, frescor a la mirada, así es el color que  expresa las obras de José Guerrero. Las piezas de este maestro poseen un lenguaje sensitivo rotundo, que satura el entendimiento, rompe el intelecto y convierte al espectador en presa fácil de sus abrazos cromáticos.
José Guerrero sublimó su pintura en el color, en sus variantes, declinaciones, giros y marejadas. La realidad sólo es eso, color , impronta en el recuerdo que diluye las formas, las esfuma, para quedar las emociones impresas en la memoria, en forma  de tonos visuales. Esta imagen energética es el reflejo que surgirá en todo su recorrido vital, atrayendo impresiones de la edad de la inocencia. El azul es frescor, profundidad de sueños, horizonte de esperanza. Mas el pintor lo opone con el rojo, para generar una contraste rotundo que rompe la monotonía de la imagen, siendo esta confrontación cromática motivo de vibración interna en el cuadro, que resuena en el entendimiento del espectador. Más aún, desequilibra el dialogo entre el azulado y rojo granate con la huella oscura, signo de la extinción,  señal del abismo, que intenta devorar la pieza toda. Se produce un temblor en la escena representada que atrae la atención, recupera recuerdos, ahonda en la niñez, y caduca su existencia. Es una biografía pintada sin formas ni figuras, trazada mediante una paleta de colores simples, heterogénea, precisa y  alejada de la idea homogénea, señalando el pulso del artista, que guía el pincel depositando su fuerza, porción de vida.
Otra explicación académica sobra, que si el estilo, o el concepto que quería representar... sobran, sólo queda  la emoción del pintor postrado ante la mística del color, de su influjo y luminosidad, que arrebata y seduce, a través del cual describe el cúmulo de sensaciones que le impulsaron a derramar su paleta  en el blanco del lienzo.
José Guerrero transforma la realidad, reduciéndola en ritmo de colores, conformando  un canto coral de tonos varios de cromatismo limitado.
 



 
 

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