NIEBLA CROMÁTICA
Autora: Amalia Ortega. Título: El color frente a la
destrucción de las forma, aguas onírico-líricas. Lugar: Centro Cultural Medina
Elvira. Fecha: Hasta el 12 de junio.
Observo las obras colgadas, y me surge en su contemplación
una serie de sensaciones e ideas que aquí trascribo: Luz que se abre paso en la
espesura del color; superficies áureas de un estanque; torbellino gozoso
vibrante, espacios dorados que ocultan fantasías; luz sola en Comares,
sensibilidad elegancia, placidez; el silencio y el agua en la Alhambra:
delicado cromatismo; autorretrato duro, grávido, opaco y de pasiones
encubiertas; resplandor cromático de la ola ensoñada, nervio y sensibilidad;
estancias etéreas, remanso de paz; pasión gozosa en San Sebastián; crepúsculo
matinal que aguarda presión de la tormenta, reverberación del azul;
profundidad: al final existe la esperanza...y el negro se rompe.
Todo
lo expresado anteriormente describe cada una de las obras que han llamado mi
atención, organizando estas frases la
idea central de la muestra, de la cual se extrae la esencia, sólo color, su
triunfo y desbordamiento incontrolado por la faz del cuadro, que arrasa el
blanco para oprimirlo bajo la fuerza de sus radiaciones.
La
pintora, Amalia Ortega, concibe la realidad como un aluvión cromático, que
arrasa y empapa, dejando constancia en
cada pieza pintada. Expresa la fuerza de su percepción mediante formas clásicas
de las vanguardias del siglo XX, añadiéndole un toque personal, una veces
delicado, evanescente y sublime, ahora pesado, frío, macizo, y misterioso. Esas
son las impresiones ligadas a su
propuesta.
La
pintora sabe traducir sus emociones en color, con el tono adecuado a la
intensidad que quiere representar. Olvida las formas, que yacen devoradas por
el cromatismo variado que la autora impone, según el ritmo de las horas que
rigen la pasión que arroba sus sentimientos. Es poderosa y rotunda en la
definición de sus obras, concluyéndolas en un formato cerrado cuando quiere
trasmitir soledad, abandono, desolación o los temores que encierran sus
interioridades. En otras, desarrolla un flujo que pierde intensidad en las
capas últimas, para abrirse y devorar en sus campos suaves al espectador.
La
expresividad de Amalia Ortega alcanza un significado íntegro, gracias al
dominio del concepto de la ideal central del cuadro, la habilidad en su dicción
con el uso de las tonalidades diversas y la solidez del trabajo mostrado.
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