martes, 13 de diciembre de 2016

FRANCISCO CARREÑO EXPONE DE NUEVO EN CEFERINO NAVARRO


TRANQUILA MELANCOLÍA

Autor: Francisco Carreño. Título: Paisajes nórdicos. Lugar: Galería de Arte Ceferino Navarro. Fecha: Hasta el 15 de diciembre.

Soledad, cielo y tierra, el mar rompiendo el horizonte, costas rocosas, ateridas y vacías, frío presentido en el ambiente. Francisco Carreño transmite esta impresión primera en los cuadros expuestos, relato visual de su viaje al norte de Europa. Pinta sus costas, adentrándose en la campiña bucólica, de transcurso sinuoso, suave, presa del rigor del clima. En el paisaje describe el carácter de sus gentes, la vida rutinaria de los trabajos agrícolas, la importancia del hogar en las tierras donde la luz es tacaña. Hunde su mirada el autor en la melancolía de los cementerios de esos parajes, no como postura romántica, sino como reflexión sobre la levedad de la vida, de las historias de trabajo, amores, triunfos y fracasos ahí olvidados, esfumados en la nada, espíritu de las gentes que dieron carácter a la interpretación del paisaje presente. Mar, desolación, clima duro, luz tímida, campos vestidos sucintamente de cultivos herbáceos, casas sencillas, de arquitectura utilitaria y linealidad racional, silencio, y la memoria descrita en las tumbas de sus eternos moradores, configuran un entramado narrativo que relata el genio del lugar.
Francisco Carreño utiliza un lenguaje rico, de expresión varia, descarnado cuando describe la desolación de sus costas, y sin embrago belleza primigenia que invita a la postración, para pasar a un ritmo melancólico, o apacible, cuando aborda el resto de los temas. El color es usado con exactitud, reflejando la sensación primordial que su impronta genera, en el primer encuentro con las imágenes del Norte. Escribe el cromatismo de esas tierras con precisión poética, sin barroquismos, ajustado a una disciplina descriptiva que traspasa la anécdota, para adentrase en el núcleo de la escena, en la fuerza telúrica, nexo de unión de toda su producción plástica.
El pintor ofrece un libro de viajes, aséptico, sensitivo, de signo lírico, que recuerda en su contemplación las melodías nórdicas de Edvard Grieg o Jean Sibelius. Concreta en sus cuadros el sentido del relato con economía descriptiva.
Con esta producción Francisco Carreño consigue superar otras propuestas anteriores, asentándose entre los nuevos valores de la Pintura actual andaluza.
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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