UNA TRANQUILA REFLEXIÓN
Autora:
Cristina Duclos. Galería Ansorena. (Madrid) Hasta el 9 de junio.
Es una pintora con una larga
trayectoria artística, fiel a la idea original que sustenta su
estilo propio. En su obra predomina el sentido de narración
plástica, a través de colores rotundos, que dan pálpito a la
figura plasmada. Es una producción centrada en lo sencillo, en la
mirada intrascendente, que la pintora eleva a protagonista en la
contemplación, trascendiendo el significado dado en el entorno
cotidiano, para ser considerado como elemento simbólico que describe
la trama que dirige su propuesta, Cristina Duclos desarrolla un
conjunto de composiciones expresadas con un lenguaje icónico, en el
que relata la fuerza de la vida, la energía cromática que fluye en
el paisaje, siendo el mundo vegetal núcleo principal de su discurso.
Insectos y plantas, en su mutabilidad perenne, representan la fuerza
que impulsa la existencia, acompañados por el rastro del tiempo
visualizado en las ramas secas, siendo el recorrido tortuoso de cada
una de ellas el recuerdo del tránsito doloroso de la existencia. Usa
colores condensados en sí mismos, vibrantes, envolventes de la
figura que plasma en el lienzo. Pero esta creadora extiende su
actividad plástica más allá de las dos dimensiones del cuadro,
abordando la escultura, en materiales de consistencia grávida,
atrapando la esencia de las formas, su pulso, vitalidad, el
significado que subyace tras la imagen mostrada.
Cristina Duclos elabora un trabajo
que se introduce en la importancia de lo sencillo, libre de
artificios de la civilización, Naturaleza en estado puro, relatando
la vida que transcurre a su antojo. Recuerdan las obras expuestas
composiciones orientales, en las que se extraen del medio imágenes
humildes, desechadas como intrascendentes en la contemplación
rutinaria, sobre fondos monocromos, de tonalidades suaves, delicadas
y agradables, lo cual resalta el motivo de la pieza. Es un ejercicio
de concentración en lo simple, de tediosa labor con el pincel, de
paciencia que conduce hacia el encuentro con la realidad
trascendente. Recuerda un ejercicio zen, de esfuerzo constante,
parsimonioso, que desemboca en la armonía reflejada en cada pieza.
Cristina Duclos prosigue en su aventura de tranquila reflexión,
inmersa en un continuo disfrute de la Pintura.
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