UN
PINTOR DE GRANADA
Autor:
Gabriel Morcillo. Título: Gabriel Morcillo. Lugar: Centro de
exposiciones de CajaGranada. Fecha: Hasta el 1 de abril de 2018.
Se
presenta en Granada una retrospectiva de la obra de Gabriel Morcillo.
Para esta exposición se han juntado casi un centenar de piezas, de
distintas épocas, cedidas por particulares, familiares e
instituciones. En las dos Salas, donde cuelgan los cuadros, puede
observarse el rico ingenio artístico de este pintor granadino,
aunque he de observar la ausencia de fechas de elaboración de cada
una de las composiciones, lo que sustrae al visitante de poder
comparar los diversos hitos de su producción plástica. Es por lo
que resulta algo desordenada dentro de la lógica de un estudio de su
trabajo artístico, estando colocadas las obras de acuerdo a motivos
temáticos.
En
la contemplación de las piezas expuestas, se distinguen una serie de
características que le infiere una nota particular al estilo
personal del pintor. Su técnica estaba marcada por un intenso
academicismo, donde la composición artificiosa, y estática, sirve
de pretexto para crear un cuadro de rico cromatismo, cálido, de
sabor dorado cobrizo en el recuerdo, vestido de gamas azulinas
envueltas en tonos suaves. El gesto rígido, casi geométrico,
enmarcado fuera del pose natural, es otra de sus cualidades, más
cuando nos adentramos en el conjunto de estudios de mirada romántica,
surge la suavidad, la caricia visual, el trazo matérico que se
disipa en color, resplandeciendo vida, fulgor, brillo lozano, en una
estampa ajena al ritmo de la realidad. Poseen una fuerte sensualidad
equívoca, apuesta fuerte en una época de incomprensiones.
Es
un trabajo, el anterior comentado, curioso, ajado, anclado en los
movimientos estilísticos finiseculares del diecinueve, con algún
tono modernista.
Mas
me quedo con los bodegones de estudio, auténtico destello de estilo
y calidad que no pierde pulso con el tiempo, en los cuales todo está
dicho, sin resquicio alguno para añadir algo más en la pintura
figurativa. Equilibrio, sosiego, placidez extasiada en el flujo
inmutable de los instantes disueltos, es la impresión que producen.
Cada vez que se visualizan transmiten magia a la mirada, misterio en
los objetos presentes, perfección en la forma, tras borrado y
trazado continuo, repetitivo, hasta no poder ser más pulido su
trabajo. Poseen una luz indeterminada, gozo perenne en el espacio
enmarcado.
Muy
buena labor pedagógica la realizada en esta exposición, pues se
rescata al impulsor máximo de la creación plástica granadina, de
corte clásico, del siglo veinte.
BODEGONES
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