SON DE LUZ MEDITERRÁNEA
Halo envolvente de luz mediterránea,
en la salinidad del agua, espacio de misterio. La luz estalla en las
figuras para modularse en dorado destello, símbolo del tiempo eterno
que subyace en su ser, en la encrespada superficie, en los amaneceres
y ocasos donde el Sol esparce su flujo áureo que se torna en
naranja, rosáceo y verde, en su estallido final de la jornada.
Víctor García Góngora, artista
almeriense de variada producción plástica, expresa estas
sensaciones en sus piezas últimas, apuesta de arte sentido, que
sumerge al espectador en el verbo interminable que permanece en las
costas del mar eterno. El oleaje es preludio de su extensión,
lenguaje a través del cual relata las infinitas historias que
guardan su memoria. Mar misterioso, más brillante, mar eterno,
espacio de fantasías, de seres imaginados, superficie de caminos
diversos, encuentros e intercambios, impresiones que surgen al
contemplar su luz crepuscular en una tarde tranquila.
El pintor traduce muy acertadamente
estas sensaciones en las obras expuestas, donde seres sin rostro,
marcados por el tiempo, danzan en el interior marino, ajenos al pulso
cambiante de las horas. Trasmiten serena contemplación de los
momentos gozosos, ajenos al ajetreo de la rutina vulgar, que muchas
veces se apoderan de nuestras vidas. Ellos están ahí, encerrados en
sus espacio enmarcado, ventana de un mundo de mitos y ensoñaciones,
en una danza sin fin.
Víctor García Góngora nos los
describe a través de figuras de siluetas sensuales, curvadas, siendo
esta imagen quien induce el pensamiento de influjos clásicos.
Danzan, bajo el agua, lo cual nos
propone otra idea, el resto de la memoria de aquellos que sucumbieron
bajo su poder, que se unieron en su eternidad.
La obra presentada por este artista
posee un brillo de estructura calculada, como si una pieza de oro
ajado se ofreciera al observador. En ella los seres, que allí se
representan, viven ajenos a todo, siempre están. Evasión, sueños y
evocaciones se conjugan en las escenas. Atrapan la atención del
espectador, lo sumen en su acción, y a partir de ahí lo envuelven
en sus aventuras.
Es una creación plástica fresca,
dinámica e inteligente, la realizada por este pintor, pues sin
abandonar la fuente de la tradición estética actualiza su
presencia, resumiendo en su imagen el contenido del tiempo pasado,
presente y futuro, todo está en ella. Y sin embargo aparece simple,
sencillo, sin enrevesadas formulaciones estilísticas que al final no
dicen nada.
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