SENSIBILIDAD Y COLOR EN JULIO JUSTE
El color se expandía con libertad,
sujeto a la pasión del pintor, del genio plástico que anidaba en su
alma. Julio Juste comenzó a expresar su realidad con el pincel,
elemento inseparable, insustituible según el pintor, pues a través
de él desbordaba la emoción ante la neblina mágica que envuelve la
realidad. Percibía su presencia gracias a la lucidez poética de su
mirada, que trasponía sus asombros en espacios cromáticos, lugares
de inmensidad presentida, salpicados de variaciones tonales, pozos de
gamas grávidas, destellos de radiación evanescente, y líneas de
fuga que transitaban vibrantes por toda su extensión. Volcaba el
pintor su fuerza con el impulso del pincel, ajeno a su voluntad,
atrapado en la trascendencia de su composición poética. El color
triunfa sobre la forma, unas veces extenso y pastoso, en algunas
libre de contornos en trazos sueltos, siempre portador de
sensaciones: frío, misterio, calidez, estremecimiento, curiosidad.
Surge fragmentado, pero sin abandonarse al caos, pues había en sus
piezas un halo invisible que dotaba de unidad al conjunto.
Julio Juste no sólo se limitaba a la
pintura dentro de los límites enmarcados, sino que se abría a toda
posibilidad de expresión gráfica, siempre portando emoción y
color, en cuyo seno se agitaba la imagen sensible que comunicaba el
mensaje reflejado en la composición, antesala al entendimiento sobre
el contenido relacionado con la ilustración.
En su extensa trayectoria artística,
variada en técnicas y experiencias plásticas, Julio Juste se fue
liberando de la forma y soporte, consiguiendo extraer un vocabulario
propio dedicado sólo a expresar el color, su significado ligado a la
realidad del sentimiento, a la interpretación del pulso danzante de
la existencia. Desde la apariencia justificada a sí misma de los
setenta, y su reflexión de los ochenta, fue pasando por distintas
etapas de liberación de capas y tonos innecesarios, destilando el
secreto de la imagen, el ritmo de la luz en su derrotero caótico
definido por el tiempo. Lo condensó en experiencias visuales, muchas
veces inmersas en medios acústicos, utilizando la videocreación,
escenificando instalaciones luminosas, en las que se recreaba el
latido íntimo de pequeños haikus, esencia total del poema, de la
interpretación sensible del diálogo del yo y la vida. Es por lo que
el artista decía que se basaba en la sensibilidad e inteligencia.
Julio Juste abrazó el color. Descanse en paz.
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