sábado, 21 de octubre de 2017

JULIO JUSTE EN LA MEMORIA

SENSIBILIDAD Y COLOR EN JULIO JUSTE

El color se expandía con libertad, sujeto a la pasión del pintor, del genio plástico que anidaba en su alma. Julio Juste comenzó a expresar su realidad con el pincel, elemento inseparable, insustituible según el pintor, pues a través de él desbordaba la emoción ante la neblina mágica que envuelve la realidad. Percibía su presencia gracias a la lucidez poética de su mirada, que trasponía sus asombros en espacios cromáticos, lugares de inmensidad presentida, salpicados de variaciones tonales, pozos de gamas grávidas, destellos de radiación evanescente, y líneas de fuga que transitaban vibrantes por toda su extensión. Volcaba el pintor su fuerza con el impulso del pincel, ajeno a su voluntad, atrapado en la trascendencia de su composición poética. El color triunfa sobre la forma, unas veces extenso y pastoso, en algunas libre de contornos en trazos sueltos, siempre portador de sensaciones: frío, misterio, calidez, estremecimiento, curiosidad. Surge fragmentado, pero sin abandonarse al caos, pues había en sus piezas un halo invisible que dotaba de unidad al conjunto.
Julio Juste no sólo se limitaba a la pintura dentro de los límites enmarcados, sino que se abría a toda posibilidad de expresión gráfica, siempre portando emoción y color, en cuyo seno se agitaba la imagen sensible que comunicaba el mensaje reflejado en la composición, antesala al entendimiento sobre el contenido relacionado con la ilustración.
En su extensa trayectoria artística, variada en técnicas y experiencias plásticas, Julio Juste se fue liberando de la forma y soporte, consiguiendo extraer un vocabulario propio dedicado sólo a expresar el color, su significado ligado a la realidad del sentimiento, a la interpretación del pulso danzante de la existencia. Desde la apariencia justificada a sí misma de los setenta, y su reflexión de los ochenta, fue pasando por distintas etapas de liberación de capas y tonos innecesarios, destilando el secreto de la imagen, el ritmo de la luz en su derrotero caótico definido por el tiempo. Lo condensó en experiencias visuales, muchas veces inmersas en medios acústicos, utilizando la videocreación, escenificando instalaciones luminosas, en las que se recreaba el latido íntimo de pequeños haikus, esencia total del poema, de la interpretación sensible del diálogo del yo y la vida. Es por lo que el artista decía que se basaba en la sensibilidad e inteligencia. Julio Juste abrazó el color. Descanse en paz.
 
 

 

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario