Frente al mar, tras la carretera, se extiende una paramera en una llanura que se funde con el horizonte, acotada a la derecha con la sierra, que como serpiente pétrea se desliza hacia el mar. Ha cambiado la luz, el velo de la añoranza da paso a la realidad sentida. Festival lumínico que transmite vitalidad. Un camino se interna hacia las salinas, amplia laguna que ocupa gran parte de la llanura. Lugar de encuentro de cielo y tierra, en su azul inmenso reflejado en sus aguas, moteado de puntos blancos, de las aves que allí están estacionadas.
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