Iglesia de Cabo de Gata, iglesia de las Salinas, figura estilizada como garza arquitectónica que mira las lagunas, elegante y desdeñosa de su entorno, resistiendo orgullosa los signos de su decadencia. Es una belleza frágil que envejece abandonada, indiferente a los halagos cínicos de quien contemplan su ocaso y no hacen nada.
Iglesia olvidada,batida por vientos salitrosos, silbos y polvo, soledad luminosa. Su decadencia es lenta, resiste el flujo del tiempo.
Profanada, abandonada, con nichos vacíos, reducto del dolor, tristeza de gentes humildes. También es testigo de celebraciones, ilusiones vanas que el tiempo borra. Los anhelos sencillos de personas trabajadoras, que sólo han estado, y pasaron… ¿dónde está su huella? Ella es la única testigo.
Su recuerdo permanece en los muros, en el espacio que se superpone al paisaje, en la influencia que su presencia genera.
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