domingo, 25 de septiembre de 2011

REGRESO A TIRRRA BALDÍA. TIEMPO DE MAGIA Y ESPERANZA IV

JOSÉ CARMONA EN LA GALERÍA CEFERINO NAVARRO
José Carmona expone de nuevo. Vuelve a sorprendernos con su técnica y buen hacer.
Este pintor aparentemente retorna a modos y motivos tradicionales, abandonando el camino estético iniciado en sus exposiciones anteriores, donde la figura se afirmaba continuamente para no perecer y ser diluida en el conjunto cromático de la obra, que avisaba de su triunfo final; energías etéreas comunicadoras de historias que atesoran edificios y paisajes, susurrándose entre sí sus secretos. Y la luz siempre recorriéndolo todo, característica de Pepe Carmona, densa, cegadora, espléndida, aplastante, soberbia claridad que toma personalidad propia en el cuadro. Carmona, nos presenta en su producción última, un trabajo singular, complejo, rico y sugerente, donde la técnica se complica haciéndose más elaborada. Retoma los orígenes de su pintura, pero desarrollando composiciones con tramas de mayor complejidad plástica, producto de la experiencia, destello del artista que ha conseguido dominar su oficio.
En las piezas expuestas el pintor elabora una obra de marcado clasicismo, muy tradicional, realizando un dibujo minucioso, detallista, abarrotado, creando composiciones de gran barroquismo, siendo Granada el motivo central de sus acuarelas, aquellas imágenes que definen la esencia de la ciudad.
En el desarrollo del color es donde este pintor se supera, evolucionando hacia formas más cálidas, mutando la luz del blanco rotundo hacia un entramado policromado, donde el cárdeno toma protagonismo. Construye un complejo escenario en el que el color bulle
y estalla, vibrando exuberante hasta esparcirse poderoso en todo el espacio enmarcado, produciendo una tensión en la composición que le da vida, pulso interno de la obra, declamando la luz mil declinaciones a la vez, transcurriendo por el rectángulo enmarcado, haciendo sentir su cálido tacto, generando piezas donde su estructuración se hace armónica. Son dos cuadros en uno; la parte académica, clásica, barroca y detallista es el soporte y pretexto para contener el verdadero descubrimiento del pintor: el color que transcurre, depositado y vivo en cada acuarela pintada.
José Carmona ha conseguido superarse en el lenguaje del color, pues su maestría plástica así se lo permite.


EL LENGUAJE DEL ESPLENDOR
Carmen Gutiérrez García en la Galería Jesús Puerto

La realidad puede ser expresada e interpretada a través de distintas grafías y símbolos; la luz es uno de ellos, pues ella es la vía que más sacia nuestros sentidos, también la que amplía nuestra presencia. La luz en sus múltiples tonalidades, el color con variadas combinaciones, cromatismo en matices diversos, se conjuga para describir la esencia del
paisaje, el espíritu de las historias que los muros atesoran, pues ellos van recogiendo la impronta de la fugacidad de sus moradores, del tiempo que atraviesa el
espacio eterno.
Carmen Gutiérrez García utiliza el lenguaje del esplendor cuando relata la arquitectura de la Alhambra. Se supera así misma al realizarlo con materiales diferentes, plasmando sus cualidades con técnicas mixtas.
Plasma la danza de la luz, sus ascensiones y caídas, momentos gloriosos donde expande radiaciones por doquier, abrazando las formas para definir los contornos.
Carmen Gutiérrez García posee una elegante dicción pictórica que deja su huella en cada composición que concluye. Utiliza materiales varios, resaltando la humildad de su procedencia, recuerdo del pasado, reflejo de la inanidad del tiempo presente que pasado se convierte en cada instante. Plasma el rastro de la
existencia transitoria en el ambiente que la arquitectura configura, recorriendo rincones y vericuetos en formas de ráfagas luminosas, estableciendo una relación invisible con el visitante, comunicándole el poso de su historia.
La pintora sabe expresar todas estas ideas en las piezas que ha trabajado, mostrando una buena calidad plástica, y un concepto claro de cómo realizar obras que superan las creaciones destinadas a satisfacer sólo a los conformistas. Sus piezas se salvan de la mediocridad reinante, surgiendo con personalidad propia. Trabaja bien el color, lo distribuye con armonía y gracia compositiva, recogiendo en cada cuadro la magia de la imagen, la esencia de las formas, el ritmo de la luz.



EL COLOR CLAUSURADO
Mariluz Escribano en Sala B, Centro Cultural Caja de Granada. San Antón

Interesante muestra pictórica presentada por Mariluz Escribano. El color se expresa en múltiples posibilidades, diseccionando la esencia que su huella deja. Es la luz, cuando fluye por los espacios etéreos o acaricia formas y contornos, la portadora prometeica de
su apariencia externa. La luz desvela, define y extrae el jugo energético que anida en el cosmos. Recoge infinita información, en su deambular constante, para crear un texto totalizador de la existencia, donde se explora el alma de la realidad, el lenguaje hermético que sustenta el diálogo visual en la Naturaleza.
Para conseguir descifrar los mensajes ocultos del color, mediante las radiaciones luminosas que lo llenan todo, recrea en las piezas que expone los avatares de un fantástico viaje por los mares ignotos de luces profundas, brillantes, bravas a veces, serenas y portadoras de plenitud; siempre bella, propuesta permanente para la alegría.
Tardes cálidas y áureas, amaneceres limpios y puros, terriblemente azulados, mañanas vestidas de esplendor blanquecino, himno de la existencia, festival cromático que danza al son de la sinfonía interpretada por la luz.
Sensaciones todas que conectan con el espectador, haciéndole partícipe de los instantes felices, poesía plástica recitada, que están plasmadas en cada uno de los cuadros colgados.
Mariluz Escribano desarrolla una obra desenfadada, alegre y vital, impregnada de un soberbio lirismo, que seduce a quien la contempla. Juega con el color, transcribe la luz en sus diversas conjugaciones y combina las tonalidades en una inteligente estructura cromática, alcanzando crear composiciones de alta calidad, elegantes, producto del gozo creativo de la artista.


SILENCIO
Pedro Escalona en la galería Jesús Puerto

La sencillez de la mirada dirige los cuadros pintados por este artista. Plasma la magia del momento en la imagen anodina, cotidiana, desapercibida siempre, convirtiéndola en objeto central de la inspiración que sustenta la composición desarrollada en cada pieza creada. En éstas, el color ejerce su fuerza, esparciéndose como un murmullo, mostrando una solidez que arropa la obra toda. Es cálido, acogedor, potenciador de la figura central, intimista, concentra la luz, condensa más bien, para cubrir con el manto de sus
acogedoras radiaciones las formas que convierte en elemento protagonista.
El silencio, la inanidad de los instantes que se suceden, cuando aparentemente los acontecimientos importantes sestean, se transfigura en el tema central que declama en singular su importancia; el tiempo fluye, lo impregna todo, transcurre el movimiento, también permanecen las cosas. Este silencio melancólico es descifrado por Pedro Escalona en composiciones de elevado lirismo trascrito en los cuadros, con sencillez expresiva, libre de aderezos, que busca el vacío y la simplicidad al relatarlo al espectador, logrando sea comprendido el mensaje desnudo que subyace en la definición de cada instante intuido. Su dicción plástica no es altisonante, sino recoleta, apacible, humilde. Esta es la importancia de la obra de Pedro Escalona, pues dota de belleza la
intranscendencia del momento, gracias a su poder transformador de la realidad, conseguido por la técnica plástica que domina, aunando la percepción del artista con la maestría pictórica de quien conoce su oficio. Ese es su hallazgo sublime, liberando de barroquismo innecesario la imagen, convirtiendo en extraordinario milagro la mirada, pues la habilidad del pintor, su dibujo firme y sobre todo la magia que atrapa el espíritu
de sus modelos, consigue recrear la comprensión poética de la vida, canto de esperanza anta la agria realidad que apelmaza la existencia. Poesía visual de lo cotidiano, poesía del pincel, gozo para el sosiego, sumisión a la nada. Extinción ante la imagen, recordando un texto de Valente.


NATURALEZA DOMADA
Juan Torres en la Galería Ceferino Navarro

Momentos apacibles, tranquilos y felices, disfrutados por la mirada del pintor que los deposita en cada lienzo pintado. Horas decadentes, sumidas en el sosiego del día periclitado que anuncia el ocaso de la luz, es el tema que desarrolla la obra de Juan Torres, que escoge la esencia del ambiente como motivo central de su trabajo.
Las luces en sus estertores finales, mostrando la belleza que guardan, explotando en tonalidades y colores múltiples, convierten los momentos caducos de la jornada en festival alegre, epifanía del triunfo del amanecer. En este espacio escenificado en cada cuadro, la melancolía llena todo, condensándose en las formas, en el aire, sugiriendo reflexiones varias. Sobre un mundo que es pasado ya, los paisajes ajenos al transcurso del tiempo, donde el pintor siente la emoción del instante gozado, notando el gozoso roce que la Naturaleza regala, rememorando formas de vida que ya fueron, dejando abierta la imaginación, que se libera e indaga sobre el destino de los moradores de las casas que aparecen en sus cuadros. La obra de Juan Torres contiene una fuerte carga
emocional, impregnada de un profundo lirismo, sosiego y melancolía. El pintor realiza un trabajo de alta calidad plástica, conjugando perfectamente el color, que desborda y difumina la geometría de las líneas, estructurando las densidades cromáticas de forma original para concluir piezas atractivas, de gran sensibilidad artística, que denota su buen oficio. Apacible sinuosa, sencilla, profunda, poética y bella, así es la obra de este artista.


VENECIA
Carmelo Castellanos en la galería Ceferino Navarro

Muchos pintores usan como tema central en su obra el paisaje veneciano, las sugestivas máscaras, misterios y fantasías de su carnaval, la magia del ambiente que envuelve al lugar. Carmelo Castellanos ofrece una singular forma de entender el universo que abriga a esta bella ciudad, pues conjuga todos los componentes anteriores y los destila en imágenes poderosas, chispeantes, profundas y radiantes del espíritu que le da vida, que sintetizan la huella del tiempo pasado y los rasgos que definen su idiosincrasia.
La pastosa humedad que sume todo en un denso océano que difumina y desfigura los colores, agobiando al viajero, impregnando de aromas y olores varios, produce un escenario que impresiona al visitante primero, relegándose a recuerdo amplio en matices
posteriormente, nostalgia de un cosmos enquistado, como si de una burbuja fuera, en una delirante realidad ajena al tiempo cadencioso que transcurre en la ciudad de los canales. Capta estas impresiones en sus cuadros, reflejando en ellos el torbellino cromático que inundaron los momentos e imágenes que deslumbraron su atención, componiendo el conjunto de las piezas expuestas una descripción del alma veneciana, que atravesó la mirada del pintor en fugaces visiones, relatando la esencia última de su naturaleza. Carmelo Castellanos expresa un discurso plástico de gran solidez estética, mediante un dibujo suelto, enérgico y apasionado, soporte de un entramado de colores intensos, depositados con rotundidad en el lienzo, que inflama la obra creada, suscitando el mismo estado emocional en el espectador que aquel primigenio que abatió el ánimo del pintor al contemplar el bello genio que habita en Venecia.
Posee un estilo recio pero no exento de sensibilidad, que nos relata, con una técnica de alta calidad artística, las pasiones que el recuerdo del encuentro con la vieja dama del Adriático suscita.



FIN DE REGRESO A TIERRA BALDÍA


ESPERAMOS IMPACIENTES.
EL BRILLO DEL SOL NOS CIEGA, SU CALOR NOS
ASFIXIA, Y NO SURGE LA REALIDAD QUE LOS
SIGNOS PROMETIAN.
LOS BARBAROS SON NUESTRA ESPERANZA,
¿OIRÁN NUESTRAS PLEGARIAS?

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