viernes, 2 de septiembre de 2011

REGRESO A TIERRA BALDÍA: TIEMPO DE HÉROES VIII

ESCULTURAS CERÁMICAS
María José Morales Jiménez en la Galería Cartel.
Diciembre-enero
Moldeando el barro surgió el fruto de la forma, depositaria de los sueños de su creadora, que con sus manos conjuga armoniosas estructuras, útiles, bellas y decorativas, agradables al tacto y a la mirada.
Agua, tierra y fuego se aúnan con el aire al compás de la voluntad de la artista, que transfigura sus sueños en cada una de las piezas que sus manos han trabajado.
La impronta de los tiempos de la edad oscura, poblados de mitos triunfantes, subyace en cada una de ellas, deslumbrando a la mirada y susurrando mil y un relatos, portadores de secretos indescifrables.
Los haces cromáticos que recorren las piezas, si de nervios se trataran, hacen vibrar los volúmenes hasta conseguir la palpitación permanente de las formas esculpidas en arcilla, material primario, solar de vida que reluce sus destellos tras ser abatida por el fuego, simulando el Golem nacido de la voz de la artista, que dona su soplo al acunar el barro entre sus dedos, que aplastan, configuran y erigen volúmenes victoriosos, rompedores del espacio circundante, los cuales generan un entorno propio, ángel que envuelve la figura, depósito que atesora la fuerza derramada por la escultora.
María José Morales Jiménez nos ofrece una obra elegante, brillante y sugestiva, donde se unen diseños rotundos en elementos portadores originales, cuadros en arcilla, expresión plástica tridimensional, que convierte en espectáculo estético su contemplación. Ante las piezas esculpidas aparecen rasgos de los estilos eternos que se hunden en el olvido de los tiempos. El fuego es el espíritu viviente, estímulo de toda transformación, halo divino, herencia de titanes. Esta magia es transmitida por la hábil composición artística de M.J. Morales, inspirando armonía a quien contempla sus esculturas.
Mª. José Morales Jiménez posee una intuición práctica, y conocimiento del moldeado necesario, para crear esculturas singulares, que transciende su naturaleza y consiguen acceder al rango de obras de arte.


EL ARBOL
Autores varios en la Galería Jesús Puerto.
Diciembre -enero
El árbol es el símbolo de la vida, pues triunfa sobre la costra estéril y toma asiento, configurando el paisaje. Su fruto contiene la esencia de la existencia, como su exaltación en la figura del Manzano de Oro, árbol del Paraíso, del Bien y del Mal, elixir de lo eterno, deleite de los centones en los Campos Elíseos, elemento transmutador de lo imperfecto en perfecto. Todo esto es el arte, y más aún la Pintura, árbol extraordinario que convierte lo inane en pieza recorrida por el aliento vital, trozo de la inmortalidad, que es percibida por el auténtico artista. Crece rotundo y se expande hacia las alturas, recorriendo sus ramas las direcciones varias, como tendencias y estilos existen, modos diferentes de entender el trabajo plástico. El árbol como pretexto sirve de nexo compositivo para presentar una exposición de autores varios, que con su forma de entender y hacer pintura nos presenta su idea del árbol en el cuadro, como figura que define la perspectiva, el fondo, espacio o tema central. Es él quien dirige la obra enmarcada. Cada pintor aborda su figura con un estilo propio, presentándolo en variados paisajes, realidades o ensoñaciones, en universos reales o sentidos; así va apareciendo en cada uno de los cuadros pintados, componiéndose un cántico rebosante de vida.
El buen hacer pictórico y calidad es el nexo común que relacionan a todos los artistas que aquí participan, expresando cada cual su forma particular de comprender el oficio, resultado de dilatada jornadas de trabajo.
Participan en esta exposición C. Fernández Cara, preciosista y poderosamente técnico, dominador de la luz y el dibujo, el extraordinario Carmelo Trenado, valor sólido de nuestro acerbo plástico, nervio tremendo que transfigura el lienzo hasta estallar el color en su seno, denso y de poderosa dicción. Cipriano M. Riveiro nosenseña el dominio de la perspectiva en un mar verdoso bañado por luminosidades de pesado estío, Fco. Carreño y su estilo suave de marcado aroma clásico, Guillermo Mora con una obra de factura interesante, sobria, donde colores grávidos triunfan sobre las formas.
Javier Carmona y su personal estilo nos enseña rincones de Granada, tan unida a sus árboles, que junto al clasicismo moderno de Jesús Rubio, elegante y bello, presentan una forma original de entender la pintura, a pesar de la disparidad de estilos.
La pieza de John Railton nos relata su forma singularde concebir la pintura; la maravilla estética de José Luis Alguacil con la original composición que justifica su maestría, Juan M. Reyes y Manuela Arias y sus portentosas creaciones cromáticas, junto a María del Castillo, Molinero Ayala, Paco Lagares, Piedad Lozano, Socram, y Tomás Martos entre otros, ofrecen obras que completan la exposición, consiguiendo construir una reflexión metafísica sobre la naturaleza última de la pintura, su poder de transmisión de ideas y sobre todo la disparidad y riqueza de estilos plásticos varios que existe en nuestra tierra. Como ramas de un árbol todos se alimentan de un tronco común. Ahí radica su afinidad y diferencia.



EL VISITANTE DEL ESTE
Georgi N. Penkov en la galería Xauen
Dentro del panorama pictórico granadino es interesante conocer otras formas de entender y trabajar el arte plástico. Sin buscar alguna comparación posible hay que indagar sobre la calidad que presentan, su originalidad y si tienen algo que decir o no. Esto es lo importante, llamar la atención aunque sea reinterpretando un discurso artístico ya hollado por muchos. Siempre se descubren tonos, formas y nuevas técnicas al interpretarlo.
Este es el caso del búlgaro G.N. Penkov, que exhibe su obra en la Galería Xauen. Las piezas colgadas poseen una fuerte carga expresiva, tremenda, profunda y patente. Dejan su rastro en la mirada. Mostrando un universo denso, cálido o gélidamente gris, según las pretensiones que el autor haya guardado en cada una de ellas. Captura las ráfagas luminosas, el halo brillante que envuelve el ambiente en muchas de sus composiciones, apareciendo intactas, puras, libres de la contaminación que acecha al entorno, reflejándose en los espectadores. El espacio del cuadro posee una atmósfera propia, porción de la realidad aprehendida en él. Los temas pintados descansan en lo que la Naturaleza ofrece, paisajes interpretados por la mirada onírica del pintor, que ofrece imágenes agradables, de fuerte carga simbólica y aromas portadores de misterio. El tipo de obra pintada está definido en un estilo que gusta mucho internacionalmente en el mercado del arte, no experimenta con novedosas técnicas o materiales, tampoco persigue estilo ni moda alguna, sólo trabaja la forma de presentar una visión particular de la realidad, su realidad poética plasmada en cada cuadro que crea. El conjunto de su obra está bien elaborado, ha realizado un trabajo serio, que porta la suficiente categoría para ser tenido en cuenta. Y sobre todo gusta, esto es lo que más importa.


JOSÉ DE HORNA EXPONE EN LA GALERÍA XAUEN
José de Horna nos muestra una obra sugerente. En ella se conjugan una fuerte carga estilística personal impregnada de todo el clasicismo del arte moderno del
siglo veinte, más una libertad creativa que le permite realizar composiciones sinceras, llenas de poderosa fuerza interior que consigue piezas de factura interesante. No explora espacios pictóricos nuevos, ni lo pretende, se comporta como un pintor verdadero que recrea su visión intrínseca del mundo mágico que vibra en sus ensoñaciones, donde la fortaleza de la emoción se cristaliza en densos colores cuyo peso aplasta la mirada, hasta ser aceptado y apreciado con agrado, suscitando un agobio intelectual que genera un encuentro con un mundo fantástico, donde azules, rojos, marrones, verdes intensos y triunfantes amarillos deambulan, dialogan y reclaman su existencia, descubriendo una geografía ignota de cromatismo viscoso y sedoso tacto. Pese a recordar estilos ya periclitados sabe reelaborar con inocente exposición, en la forma que sólo puede hacerlo un artista, imágenes con soltura, rotundidad y desparpajo. Esto es lo que hay, parece decirnos, explayándose cuadro tras cuadro, plasmando un universo de cromatismo espeso, donde el espectador se empapa de las energías del paisaje atrapadas por el pintor, llegando a un estado de ebriedad sensitiva que agota el intelecto y abre la percepción inconsciente. José de Horna sabe describir sensaciones, comentándolas con una dicción clara, barroca y precisa. Su obra es muy interesante.

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