domingo, 7 de agosto de 2011

PAISAJES DE BABEL ( OTRA ENTREGA)

VIAJE AL FIN DE LA NOCHE
Jesús Conde. Galería Jesús Puerto. Granada. Diciembre - enero
“Viajar es útil, hace trabajar la imaginación. El resto no es más que decepción y fatiga»
L.F. Céline

La cotidianeidad cubre con su velo las cosas que nos rodean haciéndolas invisibles. La costumbre destruye los detalles generando monotonía. Cuando se viaja la mirada se transforma descubriendo imágenes que la liberan del tedio
diario.
Jesús Conde es un cazador de realidades imposibles. Ha recurrido al viaje para explotar en sus pinceles recuerdos del pasado. Evoca la historia en el límite de la leyenda, donde la fantasía triunfa, utilizando la noche como vehículo hacia el
estado mágico que hace brotar ensoñaciones. Este pintor rastrea en la memoria de ruinas seculares tras la esencia de la trascendencia, buscando el territorio fabuloso donde se palpan los sueños que anidan en él, dialogando con ellas, saciadas como están de viajeros, recuerdos y mil aventuras. El misterio, nostalgia y curiosidad se mezclan en sus obras, envolviendo los restos arquitectónicos como alma propia ante la mirada del pintor. Éste deposita sus sensaciones en cada pieza creada, usando la imagen vivida como elemento que las soporta, muchas veces sometidas al imperio de la noche, tiempo donde los genios transgresores juguetean con la consciencia. Pero él se limita a reflejar la realidad percibida, barnizada del ambiente mítico que reside en los espacios pintados.
Jesús Conde describe en esta peregrinación taumatúrgica cada uno de los momentos que seducen su mirada, evocándolas en cada una de las obras expuestas. En ellas se van depositando cada una de las impresiones recibidas en su viaje iniciático. El artista no se limita expresarlo en suscuadros sino que se va enriqueciendo al pintarlos, terminando el conjunto en un estado de gracia compositiva y espiritual.
En las piezas pintadas se produce una transfiguración desde la realidad detallada hacia la abstracción del contorno, donde la marea cromática circunda el dibujo, impreso con barroquismo, y elegancia, vibrando la imagen. Tiembla en la mirada, con haces de luz que recorren cada uno de sus relieves, potenciando la inquietud por aquello no visto, con la introducción en la composición de oquedades, ventanas o puertas oscuras, donde las sombras ocultan lo que allí existe. Oscuridad y luz establecen un singular enfrentamiento, áridos a veces, en concordia otras, que dota de latido interior la obra pintada, rescatada del recuerdo soñado, descubierta en lanoche, cazada en la búsqueda a través de las tinieblas, siendo rescatadas de su opresión en esta aventura estética. Este profesor de Bellas Artes de la Universidad de Granada, ha creado con fuerza, estilo propio y maestría compositivaun conjunto pictórico que supera toda la obra anterior, reafirmando su personalidad compositiva.

LA REALIDAD SOÑADA
Francisco Quero. Galería Xauen. Granada.
Primera quincena de febrero
La realidad también puede ser inventada. Unas veces como ejercicio pictórico, caprichoso o explorador de nuevas posibilidades de expresión. Muchas otras se convierte en imagen donde queda representado el estado anímico del autor.
Es difícil discernir cuando es cada cosa. La observación del cuadro constituye un enigma que tiene que descifrar el espectador.
El jiennense Francisco Quero presenta una obra fácil de ser contemplada, transmite serenidad y plenitud anímica. En los óleos que cuelgan en la Galería Xauen el orden triunfa en la composición, estando cada elemento distribuido armoniosamente dentro del rectángulo enmarcado. De este universo surge un resplandor sereno que inunda los sentidos, haciendo que la contemplación de cada pieza sea una experiencia feliz. Posee una elevada técnica, domina el dibujo y capta el detalle ínfimo, utilizando la luz para resaltar los volúmenes, creando espacios que vencen las dimensiones.
La nostalgia, lo perecedero y el silencio de la ausencia se conjugan generando un cosmos de atmósfera intimista, cálido y acogedor, refugio de la mirada ante la árida realidad que nos desasosiega la mirada. Francisco Quero juega con la realidad, la descompone y estructura de nuevo a su antojo, navegando en su actividad plástica tras la fórmula que le permita dialogar mejor con la pintura. Para este artista el cuadro ha de cumplir solo una función, agradar a quien lo contempla.


LA ROSA QUE ARDE
Alfonso Parras en Benedito. Galería de Arte en Málaga.
Febrero 2000
A. Parras ha vuelto a deleitar la mirada con su última exposición. En su pintura el color triunfa sobre las formas, creando un mundo palpitante que rezuma vida. Esto es lo que plasma, el flujo vital que recorre la imagen, desbordándose todo, chocando entre sí y generando un murmullo interior que escapa del cuadro hacia la comprensión del espectador. La ordenación cromática que en sus piezas representa, producen el impacto de la visión real que la naturaleza crea
en el pintor, transportando a quien los contemple ante la idea pintada tal y como es. Alfonso Parras pinta el color con personalidad propia, declamando cada uno su existencia, la contribución que hacen individualmente a la totalidad de la imagen, queriendo ser punto fundamental de ella, rebelándose continuamente en una disputa sin igual con las manchas vecinas, vibrando como resultado en un orden armonioso, atractivo a la mirada. El pintor consigue esta representación, no buscándola en su interior, sino siendo simple interlocutor entre el entorno y el otro que mira. Capta la esencia misma de la imagen, hundiéndose en sus apariencias chillonas, alegres y provocativas, que superan las formas hasta querer derramarse en la retina.
A. Parras se supera a sí mismo, como concesión propia a la alegría estilística que encierra el dominio de su oficio. Sus paisajes son impactantes, nada mortecinos, impregnados del resplandor creador, de aromas y claridades. Esta última exposición, tras su huella personal, desvela innovaciones compositivas que hacen más aún interesante su obra y predice una gozosa expresión plástica en la próxima entrega.



EL COLOR DE LA HUERTA
José Juan García Box. Galería Pro-Art. Granada.
Del 11 al 24 de febrero del 2000
La Pintura también puede ser un divertimento para el artista. Éste en su labor plástica trabaja ajeno a búsquedas iniciáticas o de conceptos novedosos que casi siempre se esfuman en la nada. El juego con el color, la impresión de la forma atrapada en el dibujo, la experimentación gozosa con materiales nuevos
se convierte en un ejercicio liberador donde el genio del pintor disfruta de su oficio. José Juan García Box posee una pintura alegre y divertida, expresada en el universo cromático de frutas y verduras, únicas protagonistas en el cuadro. Su obra es un canto al Mediterráneo, la luz y caricias de su clima.
Sobre un fondo celeste-grisáceo aparecen fulgurantes sus figuras, rebosantes de lozanía y frescor. En sus cuadros retorna la tradición clásica del bodegón, sirviendo de estímulo a la mirada en su obra los colores vibrantes y gloriosos escapan de frutas y verduras reclamando su existencia. El cromatismo de sus piezas dona vida a todo cuanto arropa, destacando su singularidad ante la neblina cotidiana que ciega la mirada, llevando a rango de protagonistas
aquellas cosas que por su modestia ignoramos. Tras esta superficial visión, García Box relata un universo sencillo pero también oculto, que rodea nuestra existencia. El lenguaje usado para describirlo lo constituye las piezas pintadas, aumentando su fuerza, suavidad o dramatismo el color que reside en ellas. Su pintura es elegante, delicada, original e inteligente, a pesar de la sencillez, y el aroma rancio, que desprendo al observarlos. Aquí radica la gracia compositiva de este buen pintor.


SERVICIO ESTACIÓN
Juan Carlos Bracho y Julia Rivera en el Palacio de los Condes de Gabia. Granada. Febrero 2000
El espacio está definido por la geometría. A partir de líneas y contornos, ángulos acerados y roturas liberadoras se condensan zonas de expresión plástica que determinan volúmenes, circunscribiendo la mirada hacia formas que la abstracción traduce en cuerpos. En la exposición presentada por Juan Carlos Bracho y Julia Rivera en el Palacio de los Condes de Gabia, de la Diputación Provincial de Granada, la obra plástica está presidida por la tensión, en arduo combate entre la densidad cromática y líneas rotundas, sintetizando el conjunto la expresión mínima de la idea. La búsqueda en la dicción de conceptos indescriptibles con grafías tradicionales, condiciona una cosmogonía particular representada en proporciones, inclinaciones y perspectivas, obedeciendo a una lógica pitagórica reflejo del orden armonioso que intenta ser el único portavoz, y posibilidad, dentro de esta sociedad científica. Son los símbolos del paraíso prometido, tras cuyos límites la nada ejerce su opresión. Solo está ella, fuera el vacío. La posibilidad de una existencia diferente aparece limitada, prohibida, no existe porque no es representada. La dictadura de su razón reside en la ignorancia de otra alternativa posible. Por eso en los espacios pintados aparecen nuevas propuestas para entenderlos ¿o será al contrario? Su imperfección provocada esconde la posibilidad subversiva del escape, de forzar la mirada hacia otros horizontes estéticos. Se establece una interrelación triple entre la propuesta artística, el escenario donde descansa y el
entendimiento del espectador, que se integra así en la composición como pieza más de ésta, interactuando y modificándose según su actitud, movimientos y paso fugaz. Así es como es inscrito el ritmo temporal dentro de la obra, cobrando vida.
Esta experiencia artística es inteligente, elaborada e innovadora. A pesar de recordar lo que muchos han intentado ya.

LAS ACUARELAS DE J. CARMONA
J. Carmona en Galería Pro-Art.
25 de febrero hasta el 16 de marzo
No es la primera vez que escribo sobra J. Carmona, su obra ya me era conocida. Volver a escribir de ella poseía el peligro de caer en lo repetitivo, careciendo de originalidad. Cuando un pintor se encasilla en una determinada técnica. O estilo termina anquilosándose, el tren de la inspiración se ha perdido en su horizonte. Pero en la exposición última de este artista el pulso vital que rige su mano está plena de vigor creativo. La fuerza compositiva está presente en las piezas mostradas.
J. Carmona escapa de su obra anterior ante el peligro que representaba la alta cota alcanzada en sus acuarelas. Domina la luz, posee recursos necesarios para salir de cualquier apuro en el acabado del cuadro, y juega con los espacios hasta sublimarlos bajo el imperio del sol, atrapado en cada una de las paredes, plantas o destellos cristalinos de fuentes y acequias.
Pero la novedad de las piezas expuestas radica en el ensanchamiento del universo cromático que reside en sus cuadros, amplía los tonos, jugando con delicadas diferencias de matices que potencia la veracidad del color lumínico, empapando el espacio creado dentro del cuadro de claridad. Construye mundos visibles para que la luz, siempre ella en su obra, resida allí, voluptuosa y caprichosa, cálida y triunfal. Pero no es cegadora sino que aparece como una suave melodía que se esparce con lentitud. Atardeceres crepusculares de Granada, cargados de sentimientos, pero alejados de todo afecto pasional, pintados desde la óptica objetiva del pintor que desarrolla su técnica en cada acuarela acabada. Los colores reclaman su personalidad en el conjunto lumínico atrapado en sus piezas, siendo esta afirmación la definición de la obra del estupendo acuarelista granadino.
Paisajes y figuras constituyen un pretexto para soportar la esencia de claridades que explica su producción pictórica.

PANORAMA 3
Autores varios. Centro Artístico, Literario y Científico de Granada. Febrero - marzo
El Ayuntamiento de Granada se ha hecho cargo de la continuidad del Centro Artístico, Literario y Científico, rehabilitando nuevos espacios para su uso.
La muestra plástica que inaugura el nuevo trayecto cultural está acorde con el espíritu innovador que en los primeros tiempos tuvo en todas sus actividades.
La apuesta ha sido rotunda, rompedora y desafiante ante el tono artístico predominante en esta ciudad. Los artistas participantes son: Ángeles Agrela, Santiago Ayán, Esther Cardell, Nuria Carrasco, J.M. Ferrer, Salvador G. Rus, Jgarcía, Angustias García + Isaías Griñolo, Alonso Gil, Gorafe, Luc Huijbregts, Fernando Lorite, Carlos Miranda, Julia Rivera, Carlos Bracho, MP&MP Rosado Garcés, Pepa Rubio y Carmen Sigler.
En esta exposición las piezas allí presentes conforman una serie de interrogantes que buscan respuestas urgentes, salidas de planteamientos conceptuales, según cánones de corrección vanguardista, que necesitan una solución que evite estar en un plácido letargo compositivo que aburre el ejercicio plástico, además de imponer elevadas cotas difíciles de superar.
Los materiales son deshechos de nuestra cultura consumista, que a pesar de su degradación no pueden escapar del orden lógico impuesto. El tiempo y el uso no son suficientes para destruir la rigidez de su construcción, resultando que siempre ocurre lo mismo, las cosas pasan pero la estructura permanece. No existe pasado ni futuro, el presente es así, feo y gastado, sólo basta consumir. Este es el mensaje desprendido de la escenificación múltiple del conjunto de piezas expuestas, distribuidas en los espacios de las salas para construir un entramado tridimensional donde el visitante pueda entrar hasta las mismas entrañas de la obra. Desde una concepción de arte pobre se plantea una estructura intelectual crítica y ácida, donde la interrogante a la pregunta qué hacer, cómo proseguimos continua latente.
En espera del chispazo rompedor de la opresión del muro que agota la mirada se suceden una tras otra las exposiciones de este tipo, pero tras las cuales va quedando una experiencia que cuando prenda albergará un arte diferente. Hace años que se sigue en este empeño.

LAS PERLAS DEL PEREGRINO
Julián Momoitio en Galería Xauen. Granada.
Del 25 al 10 de marzo de 2000
La pintura es para muchos artistas el instrumento mediante el cual inician un peregrinaje interior hacia estados emocionales de plenitud gozosa, sea el objetivo final la contemplación de los destellos esquivos de la divinidad transcendente, o únicamente como forma de conseguir una comunicación íntegra y fiel de todas aquellas sensaciones que inunda su realidad cognitiva.
En este peregrinar se va originando una transformación en el ánimo del pintor, perdiendo la piel como si de una serpiente se tratara para mostrar una faz más acorde con su ideal de vida. Éste entendido como diálogo con el universo circundante y expresión estética. En cada una de las obras producidas van quedando depositadas las huellas de la senda iniciada, en cada trazo, en las tonalidades y colores elegidos, siendo el resultado una pieza única si de una perla se tratara. Para Julián Momoitio la actividad pictórica es así. La belleza constituye su meta, el ejercicio plástico una necesidad cuadros armoniosos, con una estructuración compositiva equilibrada y elegante, producto del trabajo y genio del pintor.
Julián Momoitio conjuga en su obra sinceridad, técnica y originalidad, creando piezas de elevada calidad plástica. Su estilo actual es único, personal, ajeno a tendencias y modas, aunque a él gusta definirlo de surrealista. En los cuadros expuestos las figuras se sumergen en el contorno, difuminándose tras un tenue halo que refleja un ambiente apacible. En muchos de ellos la composición, según un orden subyacente fuertemente geométrico, se hace compleja, donde un caos aparente toma asiento, ilusión sólo pues la lógica del artista dota de simbolismo cada lienzo enmarcado.
La obra mostrada por J. Momoitio es una excelente prueba de su singular inspiración y dominio del oficio. Es un auténtico creador.

LA REBELIÓN DE LOS TITANES
Silvia Valverde y Eugenio Montoro en la Galería Jesús
Puerto. Granada. Hasta finales de marzo.
En una sociedad urbana como la actual no son muchos los pintores que plasman en sus lienzos la arquitectura que rodea su existencia. Se escapan por la vía del sentimiento pasional, el juego estilístico, escondiéndose bastantes veces en rincones íntimos o estados vaporosos impregnados de fantasía.
El ser humano es el centro de todas estas composiciones, sea presencia física o simplemente como receptor, y fuente, de las sensaciones percibidas al contemplarlas. Si acaso la arquitectura toma protagonismo en las piezas pintadas lo hace portando reflejos nostálgicos, vencida por el tiempo, o incitadora de romanticismo. La realidad que envuelve la actividad vital del artista, y también de todos sus coetáneos, es velada e ignorada, siendo gran cantidad de veces utilizada como mero pretexto para soportar la idea central de la obra. La producción pictórica de Silvia Valverde y Eugenio Montoro opta por lo auténticamente real, al descubrir el paisaje básico de nuestra civilización: la gran ciudad moderna. Ella por sí sola se convierte en la única y auténtica protagonista del hombre contemporáneo, opresora, fantástica, majestuosa, enorme, acogedora y vacía de afecto. Es, y significa, todo aquello que alberga en su interior. La ciudad desnuda, libre de la presencia humana, es representante de todas las pasiones que despierta, pero también es una sinfonía de líneas y colores, ángulos y rectas, que siempre acaban limitando con el cielo que la cubre, en lucha eterna por predominar ante la impresión de sus habitantes. El titán y el cielo están representados en estas obras, en singular combate que busca dominar las creencias del ser humano.
Las piezas de Silvia Valverde están llenas de fantasía, calor con una pizca de inocencia, fundiéndose las estructuras en un amasijo cromático, simulando un complejo entramado bajo la leve apariencia caótica, iluminados de esperanza, vibrantes de volúmenes acogedores, que se funden y dispersan dentro del cuadro. Sus paisajes urbanos son interpretados por el corazón, siendo pintados con abigarrada fuerza que produce un pulso interior en el seno de la pieza pintada.
Eugenio Montoro es más nítido en su figuración, de líneas precisas y claridades heladas. Su luz es limpia, aséptica, ajena al objeto desvelado. Traduce el frío, la lejanía y presencia ajena que el espacio ciudadano produce, opresivo y de futuro incierto, macizo, pesado y hermético. Es difícil contactar con los posibles seres que puedan pulular en sus entrañas. En estos cuadros se induce al desasosiego, dentro de la gélida perfección de edificios y avenidas, insensibles a la pasión de quien tiene que vivir con ellos. La obra de este pintor es elaborada, descargada de barroquismos innecesarios atesorando una dicción sosegada y bien estructurada. Ambos pintores, recitan en cada pieza la realidad más descarnada que circunda nuestras vidas , Su técnica y precisión compositiva consiguen el objetivo propuesto.

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