viernes, 5 de agosto de 2011

PAISAJES DE BABEL

GRANADA ÍNTIMA

Galería Jesús Puerto. Septiembre - octubre. 1998

Las piezas expuestas por Javier Carmona, poseían una serenidad compositiva que traslucía el estado emocional que el pintor quería dotar a las imágenes mostradas.
Granada en cada uno de sus edificios y rincones emblemáticos es descrita en todos los cuadros, constituyendo la totalidad de su obra una narración visual del pasado y presente de la ciudad, crítica, contemplativa, describiendo solo en otras piezas.
El tono de los cielos acogen las estructuras urbanas de la ciudad, concentrando el color que se define en las formas de sus calles y edificios, prometiendo transfigurarse de nuevo en manchas cromáticas portadoras de la esencia que encierran, produciendo en la mirada el desvelo de sus intimidades.
He de citar el catálogo que acompañó esta exposición, con textos de José Luis Gastón Morata, rebosante de lírica y erudición, conjuntando la pintura y la palabra en un armonioso ejercicio donde se narra la verdadera realidad granadina.
Javier Carmona mostró una obra interesante, madura y de clase exquisita.


W.A.: CROMATISMO ROTUNDO

Palacio de la Madraza. Octubre - noviembre 1998
Waldo Aguiar posee un estilo pictórico personal que le permite realizar obras sugerentes atractivas a la mirada, depositando en cada uno de sus lienzos un halo de intemporalidad, a pesar de mostrar composiciones sin posibilidad de ubicar en movimiento alguno.
Pinta libremente, sin atarse a norma alguna, dejando que su intuición sea quien dicte lo que ha de hacer el pincel, esparciendo en cada una de sus piezas los colores que definen cuerpos, formas y espacios; estáticos, como sí de un reposo instantáneo fuera, a punto de estallar en un movimiento impetuoso. Las formas aparecen como una infinita posibilidad de las muchas que los colores podrían tener.
Como fijando cuerpos y paisajes surgen salvadoras líneas, que con su geometría extraen del caos las imágenes formadas, vencedoras del azar.
La amplitud de los cuerpos expresan su autoafirmación en un cosmos cambiante, en continua interrelación siempre y ajenas a la aventura donde el pintor los ha situado, son ellos en un instante de su existencia.
Los paisajes pintados son austeros, dominados por la soledad, agobiantes y melancólicos, gracias a la conjunción de líneas y colores en un mar geométrico rígido y cortante que traduce a la mirada las sensaciones antes descritas.



GUINOVART CANTA A FEDERICO

Palacio de la Madraza. Noviembre-enero. 1998

Josep Guinovart busca a través de su obra plástica recrear el espíritu de Lorca; como si de un ejercicio taumatúrgico fuera indaga en cada una de las composiciones que crea la esencia última del alma lorquiana. Ésta y los símbolos cantados en sus poemas se conjugan para expresar un sentimiento trágico de la existencia, donde dolor y pasión se confunden para describir la poesía de Federico. Las cuerdas rígidas callan, no vibran, lloran la ausencia del poeta, en un universo multiforme, caprichoso, que se deshace en medio de una explosión cromática roja, la muerte silenció su voz, y la lírica lorquiana traspasó su propia estructura gráfica, esparciéndose como sinfonía espiritual que impregna los espíritus en espacios ajenos a la realidad, sólo hechos para todo tipo de fantasías, o pesadillas.
Guinovart ha conseguido con su obra genial expresar todo esto, traduciéndolo en un lenguaje plástico que golpea el intelecto al ser contemplado, pero tras este choque emocional espolea los sentimientos haciendo comprender qué sentimientos hay hoy de Federico y su producción lírica.

PERSONAJES PERIFÉRICOS

Galería Martín Cantero. Marbella. Del 11 de diciembre al 9 de enero.

La pintura constituye la plasmación de las esencias de los instantes sentidos, sean de la realidad externa o subjetiva.
Es una aventura donde el pintor desbroza con su lápiz o pincel el blanco en el cual depositará las formas y colores, dominando la memoria, los objetos y el espacio comprendido.
Germán Bandera, incansable siempre en su actividad pictórica, dirige en sus cuadros este viaje hacía un cosmos fantástico, antropocéntrico, donde la voluptuosidad de los cuerpos triunfa sobre un decorado indefinido, lleno de colores suaves, elegantes y armoniosos, creando en su conjunto un clima equilibrado y sereno, siendo sólo protagonista el cuerpo, vibrante y vivo, que está proclamando vida.
En sus cuadros las personas están recreadas en sí, absortas e indolentes con el entorno circundante, inmersas en una odisea vital sin final aparente.
La obra plástica de Germán Bandera es una gozosa reflexión sobre la existencia humana, construida con elementos de nuestra cultura mediterránea hundiendo su mirada incluso más allá de ésta, por ello es así su validez: reelabora la pintura de forma original con materiales eternos. Y gracias a su poderosa técnica consigue dotarla de la chispa que vive en toda obra de arte.

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