La Galería Laberinto ha presentado durante el mes de Septiembre una interesante colección de obras pictóricas dignas de tener en cuenta. Dispar, dentro de la calidad y en cuanto altura artística, pero en conjunto excelente.
Los gustos y tendencias son múltiples, pero la pintura es única cuando está hecha con profesionalidad y desparpajo ante la incógnita creativa.
De todo el grupo me gustó la maravillosa inspiración y juego deslumbrante con las formas visuales, hundiéndose en la esencia de la mirada de genio en estado prístino de Alberto Ortíz. Por su maravillosa visión simple y explosiva de la realidad que rompe las anécdotas que acompañan las formas conceptuales de las cosas. Su pintura es un viaje hacia la esencia íntima de la naturaleza matérica, vocalizando con los trazos de su arte la verdadera y primera expresión de la realidad.
Eva Galán demostró una vez más con sus acuarelas el impresionante trazo rotundo que convierte en fulgor vibrante algunas de sus composiciones; todas de gran calidad y gusto exquisito, producto de la maestría encerrada en la mano de su autora.
El resto de los que allí tenían obras mostraron un buen dominio del difícil oficio, sólo para los elegidos por la habilidad e ideas claras sobre lo que debe ser su pintura, del héroe que reta al blanco impoluto; albor como frontera infranqueable, traspasado con éxito por aquellos que sienten, y saben decir, la mirada mágica descubierta en la existencia.
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