EL DISCURSO METAFÍSICO DE CARMEN PINTEÑO
Galería Ceferino Navarro. Noviembre-diciembre
Carmen Pinteño expone en Granada. Y lo hace sorprendiendo de nuevo, demostrando que cuando se posee el genio innato de una auténtica artista, conquistadora de nuevas formas de expresión plástica, cuando se coge el pincel o lápiz, la belleza florece entre sus manos.
Desde su estilo tradicional, recordando que no hay que sumergirse en fondos de mares extraños para conseguir nuevas experiencias plásticas, obtiene composiciones cargadas de poderoso lirismo, donde describe un mundo metafísico, arquetipo de la árida tierra del sur. Figuras rotundas, que reclaman su posición en el cuadro, nos describe un mundo descarnado, repleto de carencias y penalidades, desnudo y cruel, azotado por gélidos o abrasadores vientos, en paisaje estéril, sólo apto para górgonas y arpìas, animales fantásticos descritos por San Isidoro en su viaje por tierras del sudeste. Seres inocentes, tocados por la gracia divina, que viven felices en un mundo limitado desde la óptica del observador, pero preñado de feliz existencia, desdeñosa del mundo exterior, pues la felicidad está en su candorosa percepción de la realidad, mirada con limpia comprensión.
Éstos son salvados por la mano de la artista,extraídos de su entorno para permanecer eternos en la pieza colgada, agradecidos a la pintora por ser inmorta-lizados, destilados de su percepción de la desolada tierra almeriense. Carmen Pinteño define con estos personajes las características espirituales de los
habitantes tradicionales de esa provincia, que aún perviven en sierras y pueblos perdidos, auténtico espíritu del sur, complaciente con la fortuna escasa y
apasionados hasta el delirio, pese a su apariencia plácida.
Al ser dibujados, apareciendo en un grisáceo oscuro, imagen del tedio de sus vivencias, reciben una fuerza expresiva que inunda toda la obra, imprimiéndose con
poderosa fuerza en la retina de quien las contempla.
Perceval fue su maestro, le descubrió la realidad auténtica, ácida y pobre, pero solemne y orgullosa,relatada con alegría y orgullo, portadora de valores antiguos, que se van perdiendo ante las nuevas formas de vida. Personas que claman su puesto en la realidad,fulgor brillante de la llama en su estado agónico. Este resplandor se esparce en cada una de sus composiciones. Carmen Pinteño es una discípula
aventajada y hace explotar las líneas cada vez que rasga la blanca superficie, creando arte.
Ya no se puede hablar de su dominio cromático, del dibujo habilidoso o intuición suprema, la maestría que guarda ciega y deja mudo, su trazo es divino, no
exagero, es una poderosa figura pictórica en nuestro panorama plástico andaluz, que deja referencias para otros cada vez que concibe y crea. Y Carmen Pinteño sigue creando.
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