domingo, 28 de agosto de 2011

REGRESO A TIERRA BALDÍA:TIEMPO DE HÉROES. VI

PASEOS POR GRANADA
Es importante la última obra presentada por el pintor granadino Jesús Rubio Cámara en la Galería Ceferino Navarro.
Su trabajo muestra un tacto artístico singular, propio de un entendimiento maduro de su oficio, sobrio en el concepto y hábil con el pincel, consiguiendo acuarelas de factura original, distintas a lo que otras veces nos ofrecen.
Jesús Rubio atraviesa con titánico ingenio el campo de la acuarela tradicional para adentrarse y asentarse en nuevos espacios de perspectivas plásticas
novedosas.
En formas y figuras rotundas las tonalidades compiten entre sí para trascender las líneas que las circunscriben, creando una emocionante ambivalencia entre figura y color, que a veces intuye la pura abstracción. Ilusión sólo, porque siempre acaba invadiendo el cuadro entero la solidez del color, que da forma y vida al dibujo plasmado.
Las piezas expuestas muestran una Granada donde aún perviven los genios que le dieron vida, pensándose en nuestro intelecto la ciudad oculta que se encierra en la real. Indro Montanelli creía que toda ciudad posee un alma que la cubre invisiblemente, pensada, soñada,también intuida.
Este descubrimiento es magistralmente expresado en las acuarelas del artista, narrando el tiempoimpregnado en cada piedra, el olor a humedad rancia, el escalofrío del mundo incógnito, presentido y quimérico que anida en los vacíos de cada uno de sus rincones.
Jesús Rubio pese a su edad, alcanza una extremada madurez técnica que le permite trascender en la composición de las acuarelas, con una estructura estética clara, elaborada, personal y perfectamente definida.



LA GALERÍA DE ARTE CEFERINO NAVARRO PRESENTA LA OBRA DE MANUEL BELTRÁN

Cuando se acude a una exposición pictórica ha de ir uno limpio de conceptos artísticos, vacío y sin impedimentos para poder observar al máximo la obra allí expuesta.
En muchas ocasiones basta con entrar y salir y olvidarse de lo visto, pero sucede de vez en cuando que el trabajo mostrado por el pintor inunda como un torrente el gusto del espectador. La contemplación de cada cuadro produce una comunicación, entablando un diálogo que dejará impregnaciones posteriores.
Hago esta introducción porque la obra de Manuel Beltrán así lo requiere. Sus cuadros elaborados con un estilo particular, que brotado de sus manos exhiben una estética original, están barnizados con el espíritu sensible, lírico y anhelante del pintor.
Esparce "manchas" para dar forma a la realidad circundante, atravesando las vibraciones de la furiosa luz del sur hasta alcanzar la médula cromática del paisaje. Demuestra que tras la primera e intensa ola luminosa subyace el color que define la materia, que le dota de propiedades, caracteriza y da alma. En ella deposita sus sentimientos sirviendo de intermediaria para comunicarse con el espectador. Su trabajo es largo en el tiempo y de conclusión feliz. Atisba en el entorno, tamizando los destellos que distraerían la mirada, enfocándolo hacia la gravedad de las cosas, casas y paisaje. La pintura de Manuel Beltrán es exuberante, densa y de acabado maestro. Explica un mundo misterioso,
poético y romántico, escondido en la realidad cotidiana, donde la perfección del dibujo se combina con una armoniosa gama de tonos y colores, para expresar la idea romántica del pintor.


EL VALOR DE LA MIRADA
Antonio Fernández Pérez expone en la Diputación Provincial de Almería

" Y sin embrago, los artistas y poetas sabios consiguen inculcar lo que sienten a su obra. No dan su sabiduría en hechos, sino que, directamente, la hacen sentir. Esto entonces es el precio particular del arte, y no hay nada en el mundo que lo iguale."

De "Agatón, o de la sabiduría"
CAREL KAPEL

La diferencia entre el fotograma y la imagen pintada consiste en la huella vital dejada por el artista. La emoción del momento vivido esculpe en el color la forma vibrante de la sensación soberana del instante, que atravesó al pintor cuando preso del éxtasis de la conjunción del paisaje, intentaba comprender las adherencias que el tiempo ha ido depositando, muerte, vida, deseos, triunfos y desasosiego. La pintura realista supera la técnica con la maestría
del pintor, más la fuerza esplendorosa sentida al contemplar la imagen reflejada en el lienzo. Antonio Fernández Pérez, en su exposición que lleva
por título " De lo cotidiano a lo eterno" supera con soltura los límites de la expresión pictórica, desarrollando los temas tratados con alegría, elegancia y precisión artística, dejando su huella personal en cada trazo contenido en el cuadro. No sólo demuestra su valía, sino que enseña el portento de su habilidad plástica. Su obra está llena de vida, pasión y sobre todo de luz, claridades de pintura clásica, cristalina, cuajada de temporalidad, que vaga errante en el rectángulo enmarcado. Sus composiciones desprenden un sabor
renacentista, racional, henchidas de color del sentimiento pletórico del autor, que busca la perfección de las cosas en el entorno cotidiano.
Su pintura constituye un acto de invocación sobrenatural donde libera la existencia de la contingencia, logrando renacer el entusiasmo vivido ante la contemplación de la serenidad de la belleza. Sabe que lo trascendente impregna los objetos que nos rodean, e intenta anotar los guiños que lanzan al
espacio en las obras pintadas, para expresarlo como testimonio fiel de la realidad vivida. Ha descubierto el valor de la mirada.


J.M. FONFRÍA: Imágenes poéticas
Cuando se pinta un lienzo en blanco el artistadeposita allí la huella de sus sentimientos vividos, sentidos en estados de existencia cotidiana, retenidos por la conciencia del observador que toma nota continua y transciende mucho más del fenómeno visto,de la belleza apreciada o del cuadro general del paisaje.
Captando las vibraciones íntimas que anidan en todo objeto creado y los cambios continuos producto del flujo energético que da vida a la Naturaleza.
El pintor se encuentra en armonía con aquello que traduce con su lápiz o pinceles, depositando con ellos sus estados anímicos, ilusiones, recuerdos, emociones en suma que son desgarrados de su espíritu para ser enmarcados en la composición creada. Las formas son el continente y pretexto gráfico para expresarlas, el color constituye las notas emocionales con las que expresa las vibraciones del ánimo interior, el tema el punto de encuentro y comunicación entre el entorno y el pintor, la obra el contenido compartido con el espectador.
Pero conseguirlo es difícil, técnicas y temas ya utilizadas en otras épocas y por otros. Es difícil. Sólo la técnica maestra aunada a un genio lírico es capaz de conjugarse con lo hecho con anterioridad, o acaso superarlo. Porque téngase en cuenta que la pintura no es una, es varia, escapa a modos y tendencias, está sujeta al gusto del espectador. La calidad artística es intemporal.
La obra de José Manuel Fonfría se resume en las palabras aquí escritas, comprende la poética del instante con una dicción pictórica de alto nivel, únicamente apta para maestros en su oficio. Trabaja, medita, experimenta y compone, obteniendo como productos unos cuadros donde las imágenes y el color declaman el misterio del hombre en el Cosmos, su inmensa inanidad ante la fuerza aplastante de lo creado, que lo empapa y arropa. En sus bodegones con flores ejerce y demuestra un soberbio dominio del color, de la técnica y sobre todo sabe impregnar sus composiciones de una sensibilidad magnífica, elegante y sutil.

J.M. Fonfría es un gran pintor que merece ser tenido en cuenta, por la obra extraordinariamente sólida que está creando.


VOCES OCULTAS
Julio Visconti en la Galería Ceferino Navarro

Una y otra vez el pintor retoma las formas que le rodean, plasmándolas en el lienzo, reinterpretando continuamente las voces ocultas que habitan en su entorno. Espacios abiertos, interiores cotidianos, sirven para redefinir el mundo sensible que gracias a la sensibilidad del artista articulan con él un diálogo intuitivo.
Julio Visconti, almeriense, establece en cada acuarela intada una armoniosa interpretación del "ángel" de su entorno. Es un artista consagrado, recio valor del panorama pictórico andaluz, que establece unas líneas estéticas propias, referencia para todos. Su estilo es sosegado, apacible conjugación cromática
de resultado gozoso, elegancia yuxtapuesta a una pincelada sobria, libre de añadidos intranscendentes, depurada en el concepto pleno de la plástica absoluta. Julio Visconti pinta continuamente, tras las etéreas huellas del color, marcando con su genio la fugacidad temporal que empapa la creación. En el viaje del tiempo que el ser humano recorre, aparece un torbellino de colores que se agolpan en su mirada. J. Visconti losordena, combina y expresa magistralmente en sus acuarelas. La pintura de las acuarelas trasciende con su obra a cimas que en la actualidad son difíciles de alcanzar a muchos otros, estableciendo senderos originales, dentro de una temática muy trabajada por muchos, mostrando su capacidad plástica, producto de su genial maestría.
Algunos dirán que su estilo ya está periclitado. No es así, porque la pintura es superación, magia, sensibilidad, gozo y diversión del artista, aunque a veces alcanzar la conclusión de la idea en el cuadro origina sufrimiento extremo.
J.Visconti explora el color, destila su pincelada y crea bellas composiciones que sosiegan el espíritu. La contemplación de su obra genera jubilosas emociones por apacibles sinfonías cromáticas.


LA MELANCOLÍA PINTADA
Gómez Peña en la Galería Cartel
La melancolía fluye y se aposenta dentro de la sala. Cada pieza colgada transmite vibraciones de soledad, sosiego y silencio, donde seres y animales están, existen, pero en otra dimensión, en un mundo templado, ordenado y grávido. José Manuel Gómez Peña ha elaborado una obra sólida, de fuerte impacto cromático, donde el volumen crece en dos dimensiones, consiguiendo un espacio propio donde reclamar su existencia. Vence, gracias al dominio de una técnica precisa, el plano convirtiéndolo en oquedad mágica donde son depositados sus personajes, que viven serenos, apacibles, concentrados en sí, ajenos al universo de su creador, desde donde son observados.
La fuerza del color, aunada con un dibujo preciso y limpio, genera un cosmos singular donde las formas adquieren rotundidad, construyendo composiciones
originales, que parten de conceptos clásicos para ser expresados desde una óptica personal, con un dominio del oficio asentado, en la que la perspectiva, volumen y el lenguaje de las diferentes tonalidades cromáticas, producen un conjunto pictórico fuerte, potente, con una tremenda carga energética que inunda el entorno, sumergiendo el ambiente en un mar melancólico.
J.M. Gómez Peña consigue con esta exposición mostrar una obra de composición acabada, seria y que promete desarrollarse hacia cotas de realizaciones superiores.

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